sábado, 24 de diciembre de 2011

Como desvalorizar la palabra

Una trosca yanqui, y sus comaradas, me dicen que soy un "belicista pedante". ¿Por qué? He cometido el error garrafal de preguntar por qué puso en Facebook una foto de Bill y Hillary Clinton con Madeleine Albright en el funeral de Vaclav Havel con el comentario: "qué feos se vuelven los criminales de guerra".

¿Criminales de guerra?

Como dice la Dra. Scalper, el ex-presidente Bill Clinton será "un lameculo más de las corporaciones" y su esposa Hillary, actual secretaria de estado, así como Albright, que ocupó el cargo bajo Clinton, serán algo menos que la Madre Teresa en un día bueno.


Pero "criminal de guerra" tiene un significado muy específico. Tiene que haber una guerra. Tiene que haber un crimen. Y el criminal tiene que haberlo cometido. ¿Si o si?

Los que bombardearon a Dresden y Hanoi cuando no había justificación militar alguna puede acusárseles: guerra, crimen, culpable del crimen. No se los acusó (porque eran del bando de los "buenos"), pero podemos debatirlo. ¿O no?

Por eso pregunté ¿a qué crimen de guerra te estás refiriendo? Lo de Lewinsky habrá sido irregular (y divertido, no?) pero crimen de guerra no fue. De enero del 1993 a enero del 2001, cuando Clinton fue presidente, Estados Unidos no estuvo en guerra.

¿O estoy loco?

Se negó a explicar. Tres de su pandilla partidista empezaron a trompetear enlaces a artículos de opinión repletos de generalidades sobre lo feo que es el mundo, pero sobre el presunto delito ... niente!

¿Y que hace la susodicha? Me dice que me va a des-amigar, bloquear y quéseyo ... en fin, desaparecerme virtualmente. Precisamente como el facismo de izquierda que mató a su ídolo, León.

Debe persegirse a la criminalidad bélica y enjuiciarse. Mejor aún sería que no hubiesen guerras. Pero todo eso se destruye cuando se llama "criminal de guerra" al primero que uno le dé la gana, con o sin pruebas, porque si.

viernes, 14 de octubre de 2011

Morimos un poco al acercarse el crepúsculo del otoño


Comienza el otoño del hemisferio norte y trae a la mente la proximidad de la muerte y la lucha del ser humano por la vida, en especial la propia o la de nuestra especie. Caen muertas las hojas y los frutos serán asesinados en la cosecha. La temperatura bajará y una gran variedad de insectos y criaturas microscópicas perecerán.

La Parca irá recolectando nuevos abonados en hogares de ancianos donde los escalofríos redundan en enfermedades que acaban en la muerte.

Todos, sea cual fuere su opinión, creencia o teoría científica, concuerdan que el cese de la vida humana tal como sucede es irreversible, inevitable y anula las ideas, estados de ánimo, relaciones, posibilidades, temores y alegrías relacionadas a la persona que expira.

Una variedad de religiones sostienen que la vida continúa. Si hay vida después de la muerte se la idealiza. Tanto el cielo como el infierno no se parecen a lo que denominamos vida. Asimismo excede nuestra experiencia la posibilidad de reconstituirse totalmente, como en la reincarnación. 

Lo que resulta claro es que , cuando morimos, quedamos totalmente yertos en términos de la vida conocida. ¿Seremos duendes invisibles o uno de los mosquitos que acosan a los que han venido a nuestro velatorio? No lo sabemos. 

Nadie regresa de la muerte a la vida para contar su historia. Ni Jesús ni Odin regresaron tal como eran cuando vivían anclados a la tierra y sus limitaciones, como nosotros.

Se comprende, sin embargo, que haya quejas de índole religiosa contra la muerte. La mente se rebela ante la idea.

Elizabeth Kübler Ross hizo famosa de las cinco etapas del duelo:
negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Cada etapa demuestra lo difícil que es la noción de la muerte para los que quedamos. 

Y ni podemos determinar cuando sucede o en que consiste. Históricamente, se nos dijo que en un muerto cesaban los latidos del corazón y la respiración. Hoy en día, se habla del cese de la actividad eléctrica en el cerebro.

Luego está el dicho de
Ben Franklin, que la muerte es inevitable, como lo son los impuestos.

En Estados Unidos, el gobierno federal enumera las siguientes causas principales de la mortalidad: enfermedades del corazón, cáncer, apoplejía, enfermedades respiratorias crónicas inferiores, accidentes, la diabetes, gripe o neumonía, la enfermedad de Alzheimer, la nefritis y nefrosis, la septicemia.

La alimentación saludable y el ejercicio pueden prevenir enfermedades del corazón. No fumar puede prevenir el cáncer, aunque no se explica por que aflige a los no fumadores. También hay prevenciones posibles para las enfermedades respiratorias y la diabetes - aunque muchos de ellos son de origen genético.

La gripe no es un asesino, es como el viento en el otoño, arrastra a los que ya se estan soltando del árbol de la vida. Las otras causas no son asesinas, sino simplemente formas que toma la degeneración del cuerpo, que al igual que las máquinas, se rompe y deja de funcionar.

Mientras estamos en causas asesinas, está la muerte súbita accidental, provocada por asesinos humanos, lo que provoca horror en toda persona sensata.

Al observar la muerte, se me ocurre que es como nacer y crecer, pero al revés.

Un bebé reconoce a las personas y su entorno, comienza a comunicarse, a la larga a caminar, hablar, alimentarse y cuidar de que las excreciones. Una persona muere pierde el control de los intestinos y la capacidad de comer sin ayuda, caminar o hablar, comunicar, reconocer y finalmente la respiración se detiene y cesan las ondas eléctricas del cerebro.

No llorar. Nos estamos muriendo todos.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Perdonar, aún por el otro sept. 11

Fue una semana o dos después del evento que obsesiona a muchos hoy en este país. Un sacerdote irlandés, un visitante en lo que entonces era mi parroquia, predicó desde el púlpito que el perdón era una gran cosa (mis palabras), pero que lo que había sucedido en Nueva York, Washington y Pennsylvania exigían retribución (su palabra).

Nada de dar la otra mejilla para este clérigo supuestamente cristiano.

Entiendo. En realidad me resulta muy difícil perdonar. El problema es que la gente que me daña, sobre todo con la soberbia y su negativa a escucharme, no me hacen el favor de reconocer su culpa.

Sin duda, Osama bin Laden murió con la certeza de que Estados Unidos había ofendido al mundo musulmán de una manera que merecía lo que pasó y mucho más.

Del mismo modo, dudo que los directivos de la ITT que proporcionan fondos encubiertos, agentes de la Casa Blanca de Nixon y de la CIA hayan perdido mucho sueño por ayudar e incitar a la destrucción de la democracia en otro 11 de septiembre, el de Chile en 1973, el que terminó con un presidente electo muerto y miles de ciudadanos chilenos de todos los ámbitos de la vida secuestrados, torturados y asesinados.

El saldo inicial (personas muertas en el estadio de Santiago en el período inmediatamente posterior al derrocamiento violento de Salvador Allende) fue similar en Chile como en la isla de Manhattan 28 años más tarde: 3.000 personas muertas.

El General Augusto César Pinochet había dejado sentado, en un número de la revista militar Estrategia publicado en 1965, su esquema de un "estado de seguridad nacional" para la lucha en defensa de lo que los regímenes militares de América del Sur llegaron a llamar "la civilización cristiana y occidental." Murió sin tener que pedir perdón por sus crímenes.

Ni para los US$ 250 millones pagados a la  Anaconda Copper Mining Company por el régimen de Pinochet para compensar la pérdida de dos tercios de su producción de cobre bajo Allende. Anaconda, fue declarada  fuente de una enorme contaminación por la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. en la década de los 1980. Fue comprada por la Atlantic Richfield Company en 1997, firma que a su vez fue comprada por BP, la antigua British Petroleum y, más recientemente la causa de desastres ambientales en el Golfo de México.

¡Qué enmarañada trama!

El evangelio de hoy habla de perdonar "setenta veces siete", una meanera bíblica de decir muchas, muchas veces. Y, sin embargo, simpatizo con el sacerdote irlandés cuando pienso en el 11 de septiembre de 1973.

En cuanto a la misma fecha de hace diez años, me hubiera gustado que en vez retribución se hubiera abierto un espacio para la comprensión de aquellos que presenciaron el saqueo de sus países por los EE.UU. y otros intereses occidentales con los que la mayoría de nosotros nos sentimos en absoluto nada en común. Comprenderíamos que fue la rabia desconsolada y mal dirigida la que piloteó los cuatro aviones estrellados.

Una vez comprendidos, aquellos musulmanes agraviados podrían haber llegado a perdonarnos el disfrutar sin darnos cuenta del nivel de vida sostenido por el saqueo que comete nuestra sociedad. Y así podríamos perdonarlos a ellos por su golpe de rabia.

viernes, 26 de agosto de 2011

A la espera del próximo huracán ...

El huracán Irene se acerca a Washington y Nueva York y me acuerdo de su congénere Isabel, en el 2003: cuatro días y noches sin electricidad. Me hizo acordar lo que es vivir sin las comodidades de una ciudad del siglo XXI.

Lo político es personal, el movimiento feminista nos ha enseñado, y en esto no hay excepción. Mi primer encuentro con apagones sucedió en un país latinoamericano en el que ese vínculo me quedó clavado.

La red eléctrica de la parte de la ciudad en que vivía no era más débil, peor cuidada, que la de mi ciudad natal. Esas primeras experiencias aterradoras, con velas y linternas y tropiezos en la oscuridad, no tenían nada que ver con la ineficiencia que se achaca al latinoamericano.

Era un problema político.

El sindicato de la energía eléctrica estaba en un tira y empuje con gobiernos militares a los que los derechos de los trabajadores a ganarse el pan les era un inconveniente. Por lo que se fue a la huelga. Una y otra vez. Cada vez que se ponían en huelga, se ocupaban de que los apagones se dieran en los barrios residenciales de las familias de generales, diplomáticos, ejecutivos y otros profesionales. ¡Que se jodan!

En contraste, en la Nueva York de los 1950, en la que había vivido desde la infancia, los apagones habían sido un fenómeno desconocido, al menos para mí. Quizás haya sido la vida de mis padres, tal vez suerte, tal vez nostalgia. Estados Unidos era, o parecía, un país distinto, de trabajo fuerte, eficiencia empresarial y trato equitativo (yo era, y soy, blanco).

Ahora, tras 30 años de un individualismo desenfrenado en el que nada importa si no trae dinero, poder y orgasmo, Estados Unidos de América se va hacia Estados Unidos del Tercer Mundo.

Es un país en el que un actor mediocre y anciano pudo fingir ser presidente, mientras se robaba y despojaba a las clases trabajadoras. Un país en el que tres tipos con ganchos de plástico lograron controlar un avión para chocarlo en el estado mayor de las fuerzas armadas de mayor peso mundial. Un país en el que la desigualdad ecónomica hacia el 2006 era tan grande como la de 1928, a pesar de una generación de posguerra que llegó a casi eliminar la pobreza.

Ya sé como terminó Roma.

No fue el día contundente en el año 476 en el que fue saqueada la ciudad por extranjeros. Tomó un siglo, del 49 a.c al 64 de nuestra era, liquidar el antiguo ideal republicano y erigir en su lugar un imperio de rapiña. Y pasaron 400 años de erosión paulatina hasta que de Roma no quedaba más que un recuerdo y unas ruinas.

No es cuestión de quejarse. Me fascina estar en primera fila de platea ante el teatro de la entropía en la cúspide estadounidense. Y si, de acuerdo, peor la pasan los miles de millones en las chozas de chapa de las "villa miserias" o "favelas" de todo el mundo, para quienes la electricidad es robada o desconocida.

El lujo global que se ha dado por sentado en las grandes ciudades modernas y ricas (Nueva York, Londres, Hong Kong y demás) es frágil. Lo que le sobra a una familia mediana de Washington (ya sé, hay pobres, les he llevado comida) basta para alimentar a toda una aldea africana.

Aún más. Un periodista que fue de corresponsal a Afganistán contaba que los afganos se reían cuando trataba de explicar por qué estaba él allá con las tropas occidentales. La idea de una ciudad de rascacielos (y mucho menos la idea de dos aviones estrellados contra ellos) les parecía un cuento de hadas. ¿Rascacielos? ¿Aviones? No hay paralelo en las vidas de quienes no han visto un edificio de más de tres pisos y no vieron el ataque de hace 10 años por televisión.

Pasé cuatro días con tecnología al nivel de la de ellos y me resultó insoportable. ¡No podía prender la compu!

Si, me consta que se puede vivir sin compu y sin muchas otras cosas. Hasta el 2002 había pasado 25 años sin televisión y sin auto (inaudito en este país), hechos que cambiaron por motivos que no vienen al caso.

Hace ocho años me asombró la televisión en color. No sabía manejar en las playas de estacionamiento de los centros comerciales suburbanos. Pero no creía que había pasado a formar parte de esa "normalidad" fofa y satisfecha de este país; hasta el Huracán Isabel.

Tengo demasiado. Dependo de sistemas frágiles a cargo de gente perezosa y sin escrúpulos. Desperdicio recursos a los que no tengo derecho razonable. Mi buena suerte debe dirigirse en mayor grado para beneficio de la comunidad global.

Ese fue el legado de Isabel, el huracán, similar al de Isabel, la reina de España que envió a Colón a América. Claro, Colón no descubrió nada. América no era un nuevo mundo despoblado. Sin embargo, para Colón lo pareció, como fue para mi un despertar aquella tormenta de hace ocho años.

¿Qué aprenderé este domingo que viene?


Nota: Esta entrega se basa en la primera que compuse en mi blog en inglés, en el 2003. Pienso adaptar algunas otras para los lectores de habla hispana.

jueves, 30 de junio de 2011

Érase una vez una Yanquilandia (2a. entrega)

(Nota del editor: A continuación seguimos con la historia comenzada en  Érase una vez una Yanquilandia sin Hispanos ni Latinos, dedicada a un joven que piensa en regresar al país en que nació.)

Cuando Estados Unidos finalmente accedió a elegir presidente a un católico (en la Argentina ser católico era requisito constitucional y ya ven lo necesario que es para el buen gobierno), empecé a notar que aún entre mis correligionarios se hablaba de "Latins" (latinos) como algo exótico: había una región donde bailaban tango y cha-cha; se llamaba Buenos Aires y la capital era Brasil.

Ser Latin, se me auguraba, sería una gran cosa cuando fuera grande porque las mujeres se desvivían por los Latins. Claro, al igual que a los afro-estadounidenses se les atribuía dones deportivos y musicales, el de los Latins era el baile seductor.

Luego, con la revolución sexual, aparecieron las gringas jovencitas (y algunas no tanto) que se iban a España, Italia or Francia, verdaderos países latinos, a revolcarse con hombres recios, bronceados, de bigote, gomina y pelo en pecho. Se quejaban de que las piropearan cuando su atuendo era, para aquellas sociedades, un escándalo.

Pero ¡ojo! Al igual que en la reciente película Vicky Christina Barcelona, ese turismo sexual era otra manera de menosprecio. Las rubias y pelirrojas de Norteamérica hacen sus experimentos sexuales con latinos, pero se casan con un blanquito aburrido que gana mucho dinero. No confundamos las prioridades.

Y sigue así la murga.

Cuando hablan de Hispanics (ahora se estila lo que a mi me parace el vocablo menos agraciado Latino/a), en USA piensan en:
  • mexicanos (hay algunos que ya estaban en el país en 1848, pero siguen siendo "mexicanos");
  • puertorriqueños (ver lo que en Sudamérica se distribuyó como "Amor Sin Barreras", alias West Side Story); y
  • cubanos (gusanos que conservan en sus mentes, la imagen pre-1959 de un mundo mítico que no existió nunca, pero que perdura desvencijada al igual que los antiguos Chevrolets de La Habana actual).
Para cualquier sudamericano o centroamericano, sin embargo, la cultura social hispanoamericana tiene poco y nada que ver con el barbudo caribeño, los jíbaros o el sombrero charro. Fíjense que una yanqui no me quería creer que la palabra "sombrero" significa "hat" en castellano y no meramente el atuendo de cabellera típico de Don Pancho Villa.

Bueno, no nos demos aires que hay bastantes idioteces que se dicen por allá de la vida acá ("los yanquis solo comen alimentos enlatados"). A lo que apunto, sin embargo, es que entre nosostros y ellos (y a veces no sé cuál es cuál ni si no se merecen mútuamente) hay un golfo enorme que perdura, a pesar del fax y la Internet.

martes, 21 de junio de 2011

Algoritmo de la Historia Argentina

REM APAGA (ALGORITMO POLITICO ARGENTINO GENERALIZADO ANAL)
REM EN BASIC (QUE PARA MAS NO DAMOS)
REM POR CECILIEAUX CON APORTE DRUIDANA
100 DIMENSIONAR MATRIZ PROBLEMAPASADO[∞]
110 FORMAR GOBIERNO
120 PROMETER REPARAR PROBLEMACTUAL
130 IR A 180
140 CAVAR POZO(PROBLEMACTUAL)
150 ABURRIMIENTO
160 ABANDONAR POZO
170 DEJAR ESTAR
180 LLUVIA + VIENTO + DEMÁS = EROSION
190 FONDO(POZO) = NUEVO_NIVEL_NORMAL
200 PROBLEMACTUAL = PROBLEMAPASADO[MATRIZ+1]
210 NUEVO_NIVEL_NORMAL = PROBLEMACTUAL
220 IR A 100
230 DATA PROBLEMAPASADO
240 YRIGONYENISMO, FRAUDE, GORILISMO, PERON, UCRISMO
250 PERONISMO, DESORDEN, BIGOTE, GORILISMO, ISABELITA
260 PROCESO, RADICALISMO, MENEMISMO
270 KIRCHNERISMO,CRISTINISMO

viernes, 10 de junio de 2011

Crónica de una Supervivencia Inesperada

Cuando mi padre llegó a los 57 años, dos antes de su muerte. me pareció una enormidad. Estaría con un pie en la tumba. Y, efectivamente, murió "tan joven" dos años más tarde y me legó la tara de pensar que a los 59 que cumplo hoy, yo también me convertiré en banquete de gusanos.

Claro, una cosa son los 59 años vistos a los 28 y otra cosa son cuando uno anda por los 50 y also. Decía estar preparado para fallecer a la misma edad que mi padre. Ultimamente el cantito ha cambiado: me gusta estar vivo, con todos sus defectos.

¿Qué haría si no estuviera vivo?

Cuando cumpla 60 años, el año que viene, voy a exhalar un suspiro de alivio. Entonces, si, me dara un patatús de padre y señor mío ... y a rey muerto, rey puesto. Bromeo, o tal vez el destino se ríe de mi. Veremos, dijo un ciego ...

Valdría la pena saber cuando uno va a morir. A un amigo lo desahució su médico cuando le halló el germen de una enfermedad mortífera. El tipo gastó sus ahorros con frensí y pasó una década en arrastre de pobreza cuando el equipo le duró más de lo previsto.

¡Los médicos no saben nada! Mi plan es mantenerme lo más lejos posible, y por el mayor tiempo posible, del pulpo de extracción monetaria que denominan medicina. Pienso avejentar en casa (nada de asilos, por favor) para evitar que los tubos de alimentación forzada y, en general, para ir suavemente hacia la noche final. Bueh ... ése es el plan.

Aún así, si me muero este año, digamos dentro de seis meses para que coincida exactamente con mi padre, no puedo decir que me iré con mucha lucha. Salvo algún imprevisto, de los cuales siempre sobran, he realizado casi todo lo que voy a realizar.

De todos modos, me dicen que la penicilina ya la inventó el atrevido que me dejó el mundo con todo descubierto e inventado.

lunes, 9 de mayo de 2011

¿Quién creó el amor, Hollywood?

En la década de los 1970 había una canción horrible "Atrapada entre dos amores", sobre un triángulo amoroso. Más común es un triángulo, o un cuerpo polifacético, de amores que abarcan el conjunto de sentimientos, pensamientos, hechos y dichos entre dos personas en una pareja romántica.

Desde que creí que los bebés aparecían milagrosamente cuando las mamás y papás se amaban (condición pegajosa y bochornosa en la que seguro que yo jamás caería), me hice ideas del amor congruentes con los hombres y mujeres célibes que fueron mis modelos.

El amor, como llegué a imaginar a mi manera monástica e hipereducada, entrelzaba a lo físico del sexo en el ágape evangélico que culminaría en el Omega Cósmico de Teilhard de Chardin.* Era algo pseudo-trinitario, el amor de dos personas tan real que era una tercera persona real.

De ahí la procreación. Es decir, la colaboración humana en el acto divino de la creación continua. La alianza carnal en la creación fue dirigida siempre a un tipo de amor que tiene una dimensión moral orientada al otro: un aspecto del tan difícil "ama a tu prójimo como a ti mismo".

Amar es desear ver a otra persona feliz en sus propios términos. Si de veras amabas a otra persona, estarías feliz por su felicidad aunque venga con alguien que no seas vos.

Empecé a comprender lo que es amar otro tanto, o más que, a uno mismo cuando tuve hijos. Fueron los primeros seres humanos por quienes habría dado mi vida sin vacilación. Fueron aquellos a los que les di mi tiempo y lo que he ganado, sin preguntas ni condiciones, hasta que supe que podían cuidar de sí mismos y vivir su vida sin pensar mucho en su viejo papá. Son los seres humanos que, a pesar de todo lo que les he dado, no me deben nada.

No he querido de esa manera en otro contexto. Si lo hubiera hecho, podría haber hecho más para muchos otros. Hubiera dado más de mí mismo y mis pertenencias, y demás.

No obstante, en el amor que amé hubo siempre una dimensión de darse. No me engañó que amé a toda mujer que me atrajo, ni me voy a engañar que haya sido el amante más desinteresado, aún en el amor verdadero. Hubo deseo, puro y sencillo; como lo ha habido en la institución del matrimonio, especialmente hasta finales del siglo XIX, con un tanto de presión social, otro tanto de comodidad y una pizca de amor romántico orientado al otro.

Todos esto se mezcla. Hacia el final de la novela de Hermann Hesse "Narciso y Goldmundo", dos amigos de la infancia se reencuentran después de haber pasado, por un lado una vida de oración y de entrega total, y en el otro de la búsqueda del placer pasional. El monje no se echa atrás cuando reconoce que su amigo ha labrado una imagen de la Virgen María a semejanza de la primera muchacha con cayó enamorado apasionadamente.

En el mundo fuera del monasterio las cosas son distintas.

En ausencia de dioses, o de una estructura moral trascendente, o confianza en nada ni nadie sino en mí mismo, soy un animal que trata de sobrevivir. El sexo es bueno: hace que el corazón se acelere, mejora la circulación, levanta los ánimos y perpetua la especie. He tenido hambre de sexo de cada flor que me lo ofreció.

Vagando este mundo uno se da cuenta que al fin la mayoría son animalitos amorales a los que todo es posible si sienta bien. En efecto, si sienta bien, debe ser amor. O quizás el amor es una poción para atrapar un cónyuge que tenga toda la mercadería que queremos adquirir, de modo que nos saquemos todos los gustos.

A la gente le gusta el emparjarse. Se casan por primera vez, segunda, tercera, cuarta y más si les da el cuero.

Pero puede que en todo esto haya un humor que pase por el deseo acalorado y lo que yo llamo glückenfreude (felicidad en la felicidad de otros). Una especie de amor cinematográfico que sea carnal pero amable, cortés, educado y capaz de unir recíprocamente dos pequeñas burbujas en una sola. Un amor que, si, tenga su elemento de egoísmo en la lucha por la supervivencia con alguien que en el fondo me entiende, y comprende mi sensación de estar perdido, de no pertenecer a ninguna parte, de querer desesperadamente a alguien que se aferre a mi y sea testigo de mi vida, mi placer y mi desesperación.

Claro, no es el amor concebido en el monasterio. No puede ser. El amor soñado en Hollywood es todo maquillaje y decorados y efectos especiales — como el fundido a negro.

Después de los créditos y la música de la película, comienza la vida real a pleno sol de media tarde, donde el amor escasea tanto que te perdono si te pensás que no existe.


* Guglealo

jueves, 31 de marzo de 2011

Érase una vez una Yanquilandia sin Hispanos ni Latinos

Podría ser una película de Sergio Leone, pero es mi niñez. A comienzos de los años 1950 en Nueva York habían puertorriqueños, que no tenían nada que ver con la gente de mis padres, que eran argentinos.
La gente de Puerto Rico hablaba un castellano raro (y decían "che"). Y sabía que se hablaba mal de ellos porque yo pasaba por el "yanqui" que era por accidente natal. Además, algunos puertorriqueños pasaban por negros, que era en aquél entonces la peor lacra social en Yanquilandia.
De mexicanos no sabía nada, aparte de que sus comidas eran demasiado picantes.
Y de cubanos ... un grupo de ellos me llevaron como mascota a darle la manor a Fidel cuando vino a Washington, recién en el poder y visto como un adalid de la democracia.
Sabía, eso si, que mis padres hablaban castellano, mientras que fuera de casa se hablaba inglés.
Sabía que nosotros éramos católicos, pero la mayoría era protestante. Y en Nueva York había también gente que yo no sabía distinguir como judíos al punto que una vez, en uno de mis juegos de la imaginación, inventé un personaje yanqui cuyo apellido era Stein, al que yo consideraba netamente estadounidense.
Y todo era bueno en Estados Unidos, cuyo "American Way" estaba lleno de justicia y amor. Pero había algo que me daba miedo. Una dureza, unas distinciones dificiles de entender que tenían que ver con el color de la piel o el idioma.
Y, como dije en el título, no habían hispanos ni latinos y todos creceríamos a ser tipos como Cliff Robertson, que en las películas lo lograba todo. Y un día todos tendríamos ojos azules.

lunes, 28 de marzo de 2011

Argentina, el peor país del mundo

"¿Por qué estás enojado con el país de tus padres? No es peor que ninguno otro, or que el mundo entero," me escribe una lectora francesa, cuando la pregunta debería ser, "¿Cómo que no es el peor país del mundo? Es la República Argentina."

Claro, hay un comentario neoyorquino que explica que, cuando la gente que reside en la "Gran Manzana" dice "Nueva York es la peor ciudad del mundo" o "tenemos los peores subterráneos del mundo", en realidad no es una queja sino una declaración de vanagloria.

Somos Número 1 en lo peor. Mirá la mierda en que vivo y como me manejo.¿Suena familiar, argentinos?

Lo único que en el caso de la Argentina no es mito urbano sino realidad. No estaban contentos con la Mazorca, pusieron al PAN que les comió el pan. Muertos de hambre se rebelan en la única verdadera revolución "cívico-militar" de la Argentina, la de 1890, y logran el radicalismo que culmina en la figura hegemónica de Yrigoyen. Los patrones se cansan de tanto medio pelo, sueltan a Uriburu y todos sus pichichos milicos y comienza medio siglo de golpismo que termina en lo de 1976-83 que ni hablar.

Desatisfechos con la democracia, elijen a un charlatán ladrón que vende las joyas de la abuela para darles la sensación de paridad con el dólar, y psicológicamente Estados Unidos, el objeto de odio-amor argentino que sirve de justificación fenómena para todo.
¿Hiciste los deberes? Y, si, pero me los robaron los yanquis.

Y así siguen las cosas. Nada funciona. Cristina EfedeKa (agreguen las dos sílabas más ustedes, ¡malpensados!) amaga a no amagar.

Pero no se preocupen, ¡Argentina campeón! Con un poco de esfuerzo más podrán superar a Haití y entonces llegar a la cumbre del valle de llantos que se evapora hacia los cielos.

domingo, 27 de marzo de 2011

Puta Madre Que Los Parió A Todos

¡Con qué gente jodida crecí! ¡Qué familia de arrogantes inútiles fueron todos mis parientes! ¡Qué país más tosco, frío e inhóspito el que me vio dar a luz y qué país de mierda el de mis padres! ¡Qué religión más llena de macanas la que llegué a creer! ¡Qué manga de idiotas que hay en todas partes!

¿Habrán excepciones? ¿O solo parecen excepciones porque no les ha llegado el momento de desenmacarar sus personalidades jodidas, su inoperancia, su racismo o elitismo o complejo de infesuperioridad, su pudredumbe vaga y autojustificadora, su hipocresía y su idiotez?

No sé ni me importa y que se vayan todos a la mierda.

viernes, 25 de marzo de 2011

La Iglesia Como Institución ...

"Y la iglesia, como institucion no dijo nada, ni antes ni despues? Y los curas complices no fueron disciplinados?" pregunta mi interlocutor Victor, quien como yo es un ciudadano de demasiados países, poca patria y escasa fe. Quisiera desglosar estos interrogantes hasta donde pueda.

El problema esencial de estas preguntas (¡y cuántas veces me las he hecho!) es que suponen un orden de cosas que es fácil desvirtuar con toda malicia y premeditación. Por eso prefiero que no se planteen.

La Iglesia (católica, apostólica y romana) como institución hoy casi ni existe.

En su momento, fue secta judía, religión perseguida y culto imperial. Frente a la vorágine nórdica se constituyó en la memoria cultura de Europa, la base filosófica de las costumbres y leyes sociales de occidente y la esponja de ansias y supersticiones que revoloteaban como mariposas en el Viejo Mundo.

En el último medio milenio se fue convirtiendo lentamente en un museo de las concepciones intuitivas del inconsciente colectivo europeo. Hoy es un club esoterico en cuya cúpula ritual persisten varones octogenarios de supuesta castidad a quienes se les rinde pleitesía, pero se les presta escasa atención.

En 1515 el papa pudo regir el derecho europeo respecto a los nativos de América declarándolos seres humanos, contra toda la corriente codiciosa que proponía calificarlos de jure como bestias. ¿Con qué resultados?

Hoy, las encuestas revelan que, contra toda la predica, el católico bautizado fornica con ahinco, limita la natalidad y obtiene abortos, se divorcia furiosamente, y se declara apasionadamente homosexual en proporciones muy similares al promedio de la población en la mayoría de los países occidentales.

La mítica organización hipnótica cuyo púlpito rige herméticamente la vida social, económica o política de occidente, so pena gravísima de excomunicación, no existe. Y es dudoso que haya existido. Quien proponga su existencia como base de planteos se expone al ridículo y de hecho termina concediéndole al catolicismo una victoria retórica.

Concuerdo que al catolicismo y su estructura eclesiástica se les pueden imputar toda la gama de fechorías humanas colectivas. ¿Y qué? ¿Acaso no se declaran pecadores en cada Misa?

jueves, 24 de marzo de 2011

1976-2011: 35 Años de Tara

La frase "el 24 de marzo de 1976" me quedó grabada por tratarse de un recurso de evasión a la censura de la prensa argentina en los años 1976-83 cuando una noticia tenía que ver con los Montoneros, el ERP o las otros guerrilleros. La frase completa era que se trataba de una "organización proscrita" en esa fecha.

Yo ya vivía lejos de la Argentina, pero conocía a quienes me pasaban el dato que los milicos tenían listas gordas de los que iban a cazar (y creo que el verbo es textual) cuando se diera el golpe, que fue el 24 de marzo. Los secuestros posteriores no me sorprendieron.

Queda sin hablarse, a 35 años de distancia, lo que nunca se explicitó en toda la cuasi-pornografía posterior al supuesto "holocausto" argentino. Una serie de civiles cómodamente izquierdones mientras no le toquen la quinta, como Don Jacobo Timerman, estaban azuzando al cuartel de Campo de Mayo para que se diera abiertamente la contienda entre gorilas y guachos.

Timerman tuvo la entereza de confesar su error en su autobiografía. Pero entre los argentinos en general no hubo una catársis similar que permita constatar los errores propios al lado de los de los demás.

La gran tara argentina consiste en una total ausencia de capacidad autocrítica, bajo la cual se esconde un absolutismo filosófico renuente a toda redención. En definitiva, la Argentina es y ha sido, por lo menos desde 1930, una sociedad autoritaria regida por los decretos de la moda mental.

No hay pensamiento original. Ni siquiera existo un léxico corriente que no sea mal prestado de otra parte (el famoso "mails" por "emails", por ejemplo). Los argentinos se visten todos iguales, hablan todos de lo mismo y rechazan sin prestar atención lo que venga sin el debido decreto autorizador.

¿Quién se acuerda, por ejemplo, de los bigotes que afloraron por todas partes hacia 1966 tras el golpe del general que encubría con cabello facial su labio leporino, Juan Carlos Onganía? Nadie. Ni se notó.

Pero se dio.

Y la violencia. Ni me hablen de ella. Un antepasado mío fue asesinado por la Mazorca, bajo Rosas, y otro por un grupo de gauchos foragidos xenófobos.

Recuerdo que hacia los años 1980 invité a cenar a mi casa en Washington a un ex-detenido "a disposición del poder ejecutivo" de aquella época. Era uno de los afortunados que fueron encarcelados y maltrados sin juicio, pero más o menos a las claras, y por eso mismo sobrevivió.

Un grupo de periodistas amigos habíamos escrito sobre su caso, cuyos detalles a esta altura no vienen al caso y era toda una ocasión encontrarnos con el susodicho a quien nuestra pluma había salvado de la vorágine. Y uno pensaría que este mártir de los derechos humanos y la democracia habría escarmentado y sería un tipo tranquilo y paciente.

Descubrí, en cambio que en cuanto mi hijo mayor, que era un bebé que comía la papita en su sillita, tiró su cuchara al piso por uno de esos berretines que le dan a los chicos, el hombre de paz saltó a gritarle al chico, quien lo miró aterrado. Ni su madre ni yo jamás habíamos usado la violencia psicológica o física con la cual se disciplina a los niños en la Argentina.

¿Qué va a resultar de una sociedad de niños tiranizados sino adultos que marchan al compás de las modas, y en lugar de debatir usan balas? Una sociedad, digamoslo a las claras, de tarados.

viernes, 25 de febrero de 2011

Lo del Avión Yanqui es Puro Camelo

El mandatario venezolano Hugo Chávez es el último en caer en la redada de zonzos ocasionada por un avión de la fuerza aérea de los EE.UU. Según Chávez, el avión detenido en el aeropuerto de Ezeiza, en las afueras de Buenos Aires, es una treta yanqui para evitar la reelección de Cristina.

Ya quisiera Doña Kirchner que Obama le prestase atención. Como dice mi ciberamigo Daniel Garbu, de Facebook, parece que la murga Kirchneriana se quedó ofendida porque Obama no pasó por sus pagos en un viaje relámpago reciente a Sudamérica.

El gobierno argentino es a veces como un perrito chihuahua que ladra a más no poder sin que deje de sonar como un chirrido doloroso. Y Chávez, cuyas pautas generales comparto, pero a quien le recomiendo rodearse de gente más crítica, es el coro griego perfecto.

Fue un avión de USA para realizar prácticas policíacas antinarcotráfico, con instrumentos "secretos" (como es casi todo el equipo de casi toda unidad marcial estadounidense), y Doña Kirchner y Don Timermancito, ministro de relaciones exteriores, pusieron el grito en el cielo.

Lo obvio, era que alguien — seguramente un pinche de oficina — se había olvidado de avisar a Ezeiza de que venía el mionca aéreo yanqui (¡son enormes esos bichos!). Eso nadie — ni el famoso periodista "investigador" Horacio Verbitsky que escribió una sarta de sandeces obvias y pueriles un su supuesto reportaje — se animó ni a indagar ni admitir.

Ahora que se devuelve todo calladitamente, es natural pensar que las togas desgarradas de Kirchner y Timermancito fue lo que en porteño se llama "camelo", un invento.

¿Para qué? El amigo Garbu dice que se trata de una jugada hacia la hinchada peronista, los adeptos que siempre se prestan al eterno refugio argentino: la culpa la tiene el otro. Kirchner quiere que su popularidad suba y éste era un palito perfecto para hacerles pisar a los yanquis.

Suena plausible. A lo que no llego es a descartar al peronismo o el radicalismo argentino, solo por los chantapufis que enarbolan las respectivas banderas políticas desde 1983.

Perón fue un demagogo irresponsable al fin y al cabo, pero en su primera presidencia transformó la sociedad neo-feudal de 1943 a lo que llegó a ser un país con una clase media de peso, con proyección. Dio el voto a la mujer. Impulsó los sindicatos.

Y el radicalismo en su era de oro — de Saenz Peña a Yrigoyen, diría yo — rompió el monopolio político de la clase de los estancieros.

Hay que comenzar las cosas de cero, si, y era lo que yo pensé que Don Kirchner intentaba hacer. Un peronismo moderno, laborista pero ilustrado y educador frente a un radicalismo con más agallas frente a los milicos que los echaron en 1930 y los peronistas que se les comieron la clase media.

Y, si, también haría falta una clase media en la Argentina. Quizás una mejor de la que fue desaparecida — término usado con premeditación y alevosía — en los años 90 y 00.

Y también argentinos con espíritu cívico, capaces de aceptar que el país cayó en el pozo que se cavó solito; y además dispuestos a arremangarse la camisa, sin afanar un solo mango. Pero, qué, estoy hablando Argentina Año Verde.

lunes, 31 de enero de 2011

Cómo Acabar con el Narcotráfico

Más leo desde acá, más me llega la preocupación por el narcotráfico. Hay una solución muy sencilla: legalizar la producción y exportación.

Hay que empezar por el hecho de que para Iberoamérica la droga no es un grave problema social en cuanto a consumo interno, al grado que lo es en América del Norte y Europa. Hasta Suiza, pas donde todo funciona como un reloj, tiene un serio problema de heroína.

Para los países productores, como Colombia, México y Bolivia, y para los distribuidores, como Argentina, Paraguay y Venezuela, el principal azote del narcotráfico es el caudillismo salvaje de los traficantes, que asesinan, corrompen y corroen la sociedad de punta a punta. No se puede hablar de civilización en medio de forajidos como esos.

Pero la droga en si tiene un gran potencial económico. Puede traer divisas, crear empleo -- y de hecho lo hace. Sólo que gran parte de los empleos son criminales.

Imagínese uno a Bolivia con granjas de coca legales que envíen a refinar a laboratorios abiertos y legales y pongan legalmente en aviones, la mercancía. Aumentaría el empleo rural, el empleo de técnicos con preparación y de transportistas varios. Todas estas empresas pagarían ciertos impuestos que podrían ser destinado a escuelas, carreteras, electrificación, etc.

Y no habrían necesidad de matones criminales -- o policíacos y paramilitares -- dado que todo sería legal.

¿Y los países consumidores? ¡Que se jodan!*


* En realidad, recomendaría que sigan con la comparsa con la legalización de la importación, venta y consumo de drogas.

sábado, 15 de enero de 2011

Hoy una serenata para María Elena Walsh

Me entero por el blog de una legisladora que conozco de que ha muerto (o dejado de respirar, como especifica una columnista) la poeta, compositora y cantantde María Elena Walsh, a quién conocí a través de sus canciones para niños adultos.

Caratula del suplemento “Las 12″ del día de hoy.
Cantaba, en su flamante disco (para los que no se acuerden, eran como CDs grandes y negros) para adultos, titulado "Juguemos en el Mundo" (que me regaló mi prima), lo siguiente:

¡Ay, que vivos,
son los ejecutivos
que vivos que son
del salón al avión
del harén al Edén
siempre tienen razón
y además tienen la sartén,
la sartén por el mango
y el mango también!

Era por ahí por 1967 o 68. Poco antes del Cordobazo o de los estudiantes de París. Mucho antes de que a alguien común y corriente se le ocurriese resolver a tiros todo el descalabro socioeconómico que estas palabras describen tácitamente. Y fue feminista antes de que fuera común en la Argentina, pero a su manera.

Mentes más desarrolladas que la mía, que viven en aquella sociedad, ya dijeron todo lo que se pueda decir de fondo. Añado solo mi impresión de dos canciones "Serenata Para la Tierra de Uno" y "Gilito de Barrio Norte" (cliquear en los títulos para ver las letras).

La primera es una canción al país de uno, en su caso la Argentina. 

Es y era difícil para un argentino de mente sobria, como lo era Walsh, adherirse a las marchas cursis y marciales con las que se inculcaba un "patriotismo" que nunca redundaba en sacrificios cotidianos a favor de la comunidad nacional. (No se cantan en las escuelas las constantes traiciones al país de los que más se identifican con San Martin, Belgrano, etc.)

Pero bien, reconocer que las raíces son necesarias, como escribiera Simone Weil en L'Enracinement, es otra cosa. Y ahí se me complicaban las cosas porque "el idioma de infancia" que "es un secreto entre los dos" era para mi, aún de adolescente en Buenos Aires, el inglés. Y el inglés de mi ciudad natal, Nueva York (curiosamente el mismo que hablaba el creador del nuevo tango, Astor Piazzola).

O sea que era una canción a mi país a través del suyo. Y al pasar del tiempo me fue quedando cada vez más a la medida, aunque sus imágenes y las mías fueran distintas.

Todos queremos a nuestro terruño, pero no, si somos cuerdos, porque es mejor, sino porque es nuestro y familiar.

La segunda se acerca a la controversia. "Gil" en lunfardo, el argot de Buenos Aires, es como decir "tonto." Y yo fui, en definitiva, precisamente uno de esos de los que hablaba la canción:

Gilito del Barrio Norte que la vas de guerrillero
y andás todo empapelado con el Che,
anunciándole a Magoya
que salió la nueva ley.
Hablás mucho del obrero pero el único que viste
es un peón de una cuadrilla por la calle Santa Fe.
Vos la única guerrilla que peleás de coronel
es la que te dan las minas en las whiskerías finas
donde sentaste cuartel.

Nunca guerrillero ni amante de las guerrillas, pero si un tanto privilegiado sin carnet. Y me hubiese gustado la "guerra" de las "minas" (mujeres) si me hubieran dejado entrar (me fui de la Argentina a los 17).

Era un destape duro pero buen puesto de Walsh a aquellos compañeros de colegio de curas al que fuimos que en un momento hicieron amagos de "castro-peronismo". Me sentí aludido, aún en América del Norte.

Tenía razón, éramos unos gilitos. Gracias, María Elena Walsh, por hacermelo ver.

sábado, 1 de enero de 2011

Despedida ¿Nunca Más?

Me escribe una lectora en Francia con su fragmento de un mensaje electrónico en franchute chapuceado que le envié el día de la luna llena. 
C'est un pays de merde !!!!! C'est des peuples de merde ! Je suis trop frustrée avec tout et toutes. Je m'allerai a ma maison en mon pays a demain et je ne peut pas arrêter pour le moment de partir. C'est toute une déception totale.
Con esa actitud ruinosa comenza el año 2010 en Buenos Aires.

Culmina el viaje con una revelación final. Una historia de la familia en la que seguí el rastro de antepasados hasta la época colonial, y que había mandado a mi prima para que distribuyera a sus hijos, ha sido sencillamente censurada. No tenían ni idea de la existencia del relato, que peca de folklórico porque la familia es así.

La maldita tierra de mis padres pareciera cesar prodigando sus maleficios el momento que entro a la cabina del avión. Se me habla en inglés, y vuelve mi confíanza de que de ahí en más estoy en el ambiente del país en el que mi madre (era argentina, pobre) me dió luz. El pan es pan, y el vino, vino. O al menos sé que no es pan y que es vinagre. ¡Qué sé yo!

Pero la distención no dura. Despegamos tarde. Siendo medianoche, en un aeropuerto de comparativamente escaso tráfico, no hay excusa para retrasar el avión. El retorno a la Argentina termina como a su comienzo la semana anterior: nada funciona, para no variar.