jueves, 19 de diciembre de 2013

Paren las prensas ... acercarse al fin de todo es desagradable

Morir no es, espero, gran problema si uno no está enfermo. ( ¡Toco madera!) Pero llegar al final de la vida productiva , sin haber sido Presidente de los Estados Unidos o ganado un Premio Nobel o incluso sin tener algún reconocimiento modesto, hace que uno se pregunte qué sentido tuvo todo ese esfuerzo.

Si uno es hombre y tuvo un matrimonio tradicional (que se vino abajo como la mitad de todos los matrimonios hoy en día)  las hazañas de los hijos son realmente, como mucho, influencia de la madre, no de uno. Mientras ella educaba y formaba, uno trabajaba para proveer un techo y comida. Y no muy lujosamente que digamos tampoco.

Si uno ha trabajado en un determinado campo casi 30 años es irritante cuando te preguntan si trabajás con un empleado tuyo. Fuiste totalmente invisible.

Si uno terminó en una empresa dedicada a algo tan poco interesante que en reuniones sociales le dicen a uno a la cara lo aburrido que es lo que uno hace ... bue, es decepcionante.

Uno carga los 60 y pico y que no tiene nada que mostrar por todo lo que uno hizo.

Y, por supuesto, hay gente resentida que te odia o envidia o son sencillamente mala gente con vos. Claro, algo de eso te lo merecés, sin duda.

¿Para qué viviste todo este tiempo y soñaste y te esperanzaste? ¿Por qué no se acaba la cosa de una vez?