sábado, 15 de diciembre de 2012

El caso Verón es el caso Videla

Primero lo del momento: no, gente, los jueces en el juicio en torno a Marita Verón no son ni corruptos ni cómplices (al menos no en cuanto a lo de esta muchacha). Son meros funcionarios en un estado regido por leyes que responden a las costumbres de una sociedad.

Y la propuesta de ley no solucionará el problema. Porque en el fondo el problema es social y no legal. La sociedad argentina se pone el frac para escribir, pensar, legislar y juzgar. En el papel y la teoría, la Argentina es un país europeo avanzadísimo. ¿O no?

Pero en la práctica y la realidad, se llegan a miserias como no lograr condenar a los presuntos secuestradores, proxenetas, torturadores y asesinos de Marita Verón y los desaparecidos.

En el caso de Videla, las pruebas exigidas para comprobar culpabilidad fueron de una exquisitez legal que daría lugar a orgasmos entre castos ángeles celestiales, quienes se supone ni cuerpo tienen.

Claro, no se comprobó ni una desaparición. Y comparado con las desapariciones, resultó  fraccional el número de secuestros y torturas que dio pie a la condena. Y el castigo fue mediocre e inadecuado: no fue descuartizado o quemado vivo en la plaza pública, por ejemplo.

Y todavía hoy hay quienes lo idolatran y ansían un "retorno" de un nuevo Videla.

Increíble que una cadena de evidencia de miles de crímenes, que iba de los labios o la pluma empuñada de Don Jorge Tirano a el intrumento de tormento en manos del Sargentito de Mala Muerte, resultase en tan poca cosa.

Y lo mismo con Marita Verón. Lo único que no solo no castraron a los acusados, sino que se los dejó con el pleno goce de los derechos que la sociedad argentina promete (pero no da).

La sociedad argentina es tan machista como es autoritaria. Y el frac es para hacerse notar.