sábado, 28 de noviembre de 2015

Nestor tenía razón: la Argentina es un país anormal

La Argentina no es todavía, en el sentido que hablaba Nestor Kirchner como meta propia, un país normal. Y eso lo demuestran estas recientes elecciones presidenciales.

Hay, si, una amago de normalidad. Uno aprende cuando uno somete sus esbozos de ensayo analítico a los medios sociales que siempre hay un detalle que resulta que la realidad es más compleja de lo que uno cree. Pero en el fondo estimo que la anormalidad está demostrada.

Propuse que este es un momento inédito en la memoria de los argentinos. Ofrecí la transición de 1916, cuando Victorino de la Plaza, del PAN, le entregó el bastón a Hipólito Yrigoyen, de la UCR.

Y dije que no había sucedido desde entonces una transición presidencial de un partido a otro opuesto sin una crisis o exigencia económica o política y sin injerencia militar, todo ordenadito como manda la Constitución, desde entonces. Resulta que Carlos Menem, del PJ, entregó el bastón presidencial a Fernando de la Rúa, del UCR, en 1999.

Ahora bien, De la Rúa no llegó a terminar su período presidencial en gran parte porque Menem le dejó la bomba a tiempo de la paridad ficticia de la moneda argentina con el dólar, que explotó en el 2001.

Es difícil creer que Menem no sabía que la bomba iba a explotar, asi como me fue siempre difícil encuadrar a Menem, un neoliberal extremo que hasta privatizó plazas públicas, en el panteón peronista.

No deja de ser cierto que en los últimos 100 años, la mitad se vivió a la sombra de golpes o amenza de golpes militares, o fraude. Y desde 1983 hubieron traspasos de partidos, todos (menos uno, de breve duración) forzados por exigencias del momento y a destiempo con el calendario constitucional.

Y me refiero a transiciones de poder normales, como de laboristas a tories en Inglaterra o de la derecha a los socialistas en Francia o del Partido Conservador (en economía neoliberal) al Partido Liberal (keynesiano) en Canadá. Algo increíblemente raro para la Argentina.

A pesar de la imprecisión de la que acepto corrección, hay un hilo común en la anormalidad argentina, una política de hegemonismos en el poder en su historia.

La Argentina fue del régimen Federal de Rosas (1829-52) al paternalismo oligárquico del Partido Nacional Autonomista (1880-1916), a un intento de gobiernos de la clase media ilustrada (1916-1930) al peronismo (1946-?), con repetidas intervenciones militares (otro poder hegemónico) entre 1930 y 1983.


¿Por qué será que es tan ingobernable la Argentina que requiere la existencia de grupos políticos que se aferran al poder indefinidamente, hasta que otro lo supera? ¿No sería mejor que hubieran alternancias de dos o tres partidos que se corrigen sus errores mútuamente?

viernes, 20 de noviembre de 2015

Clinton y los Noventa (1992-2000)

Hubo en Estados Unidos, desde mi perspectiva, tres décadas Noventa. (Aclaremos que me refiero a los 1990, dado que llegué a conocer a quienes "los Noventa" eran los 1890.) Y en esta entrega de una serie* que comencé en julio del 2014, abordaré esas tres épocas en Yanquilandia.

Transición

La primera fue la continuación de los años 80 hasta el año 1992, que fue año de elecciones presidenciales. Ese año fue también un momento de una recesión económica, que en su momento se pensó un evento estructural que auguraba una catástrofe para el país. No lo fue.

Pocas personas hoy en día recuerdan cómo se sentía en ese momento. Me acuerdo que en una salida con nuestros hijos a un partido de baseball, le dije a un amigo que se venía el gran desastre y se puso molesto. Mi amigo es republicano y católico conservador y un desastre terminaría la era reaganian. Además era constructor y la construcción es una industria muy sensible a los vaivenes económicos y no quería que su hijo se preocupara. Yo no lo dije por ideologizar el momento o jactarme de mi independencia económica (había ascendido a directivo de la empresa que terminé comprando), sino porque parecía ser la realidad económica.

La recesión terminó tan rápidamente como empezó. Todo se detuvo una semana calurosa de junio y volvió el auge en diciembre, después de que Clinton venció a Bush (padre).

Sin embargo, la recesion sacudió la confianza de lo que de llama el Heartland (o "tierra del corazón", los estados entre los Apalaches y las cadenas de montañas Rocosas, que están en el centro del país). Del amanecer reaganiano se pasaba a un grisáceo atardecer. Y es por eso que el lema para el personal de la campaña de Clinton fue "it's the economy, stupid" ("es la economía estúpido", una manera de recordarles que la gente vota con el bolsillo más que con la ideología o la religión).

Clinton ganó una victoria demócrata tradicional contra la incompetencia republicana, caracterizada por una actitud laissez faire (dejar hacer) frente a una recesión económica. Era casi lo mismo que la victoria de Franklin Roosevelt en 1932 frente a la apatía de Hoover ante la Gran Depresión. Lo de 1992 fue una recesión leve que asustó y los estadounidenses siempre han votado con sus billeteras.

Al aparecer las primeras grietas en el tinglado de reaganiano, se agrió el  jarabe de miel del Sueño Americano que Reagan le había vendido al público yanqui. De repente, la gente comenzó a darse cuenta de cambios negativos que se habían tapado.

Comenzó, por ejemplo la procupación por los "homeless" o gente sin hogar que comenzaron a aparecer como mendigos callejeros en todas las grandes ciudades por primera vez desde la Gran Depresión. (En parte, fue un fenómeno producido por el cierre, bajo Reagan, de "hogares de transición", o sea menos formales que manicomios, para gente con trastornos mentales de funcionalidad baja pero no agresivos.)

Otra pautas de la época fue la toma de conciencia de la pérdida de puestos de trabajo a las fábricas en el extranjero, en general la movida de manufactura a países con costos laborales más bajos gracias a la ausencia de sindicatos (México y Malasia fueron muy populares entre los ejecutivos de las transnacionales). ¡Adiós "Made in U.S.A."!

Finalmente, se reconoció la transformación del agro de granjas manjadas por familias, quienes perdieron sus tierras en la recesión de Reagan a comienzos de los Ochenta, a una industria manejada por empresas que poseían tierras y empleaban gente para cultivar y ciudar ganado, o lo que se terminó llamando el agribusiness, la agroempresa. La granja familia (family farm) fue por gran parte de un siglo, de los 1880 a 1980, un puntal del mito del Sueño Americano.

Ambos fenómenos crearon una enorme franja social blanca repentinamente caída de un estante socioeconómico a otro. De trabajadores industriales cuyos sueldos les permitía enviar a sus hijos a la universidad, que en Estados Unidos es paga y cara, pasaron al desempleo casi permanente o al subempleo. De dueños más o menos independientes de tierras que sus abuelos habían obtenido gracias a la expansión hacia el Oeste, pasaron a meros empleados urbanos.

Toda esa masa resentida fue cuidadosamente seducida por los republicanos, quienes nutrieron el racismo, el calvinismo capitalista fanático (ser pobre es ser haragán y por lo tanto pecador) y toda la "guerra cultural" entre conservadores y liberals en materia de costumbres sociales (cuestiones aborto, divorcio, sexualidad, etc.).

Bonanza

La segunda década de 1990 es lo que vino con Clinton, que de carambola le tocó un auge económico sin paralelo en la historia de Estados Unidos. Fue un momento de riqueza sin precedentes que Clinton, demócrata centrista, encauzó hacia un bienestar compartido.

A mi modo de ver, y de hecho hay mecanismos específicos que lo hacen así, los presidentes estadounidenses no controlan la economía, pero si tienen palancas para redistribuir riqueza, ya sea para arriba (Reagan y republicanos) o para abajo (Clinton y demócratas).

La gente, incluso la gente común, llegó a tener más dinero del que sabían que hacer con él. Un hecho notable fue la triplicación del mercado de valores en esa década. El índice más destacado, llamado el Dow-Jones Industrial Average subió de los 3.000 a los 10.000 en los 90 (ahora está alrededor de los 17.000).

La generación acunada en los 80 y que pasó por la adolescencia en los 90, hoy llamados Millenials (del fin de milenio), recuerdan esos años dorados en los que el bienestar se sentía en todas partes. La inflación bajó al 2% anual y el desempleo al 4%, ambos niveles bajísimos y casi los más bajos posibles en una economía en crecimiento.

Son una generación generosa y segura de sí mismo de sí mismas, a diferencia de sus hermanos mayores, la Generación X (1965-1980), más abatida y considerada un poco perdida por haber nacido en medio de mucha agitación social y del comienzo del estancamiento económico de la clase media.

En lo político, Estados Unidos se dividó decisivamente entre "rojos" y "azules", colores que no son ideológicos sino que provienen de una convención estética adoptada en los años 80 para los mapas electores en la televisión. Dado que el colegio electoral significa que ganar una majoría en un estado implica ganar todos los electores presidenciales, cuando se proyectaba la victoria del candidato republicano, la televisión cambiaba el color del estado de blanco a rojo, y si ganaba el demócrata el estado de blanco a azul.

Y así quedó el partidismo estadounidense que persiste hasta hoy. Los estados rojos, o conservadores y republicanos, están en el Sur y Centro Sur y el Suroeste). Nada que ver con el uso del siglo XIX del rojo por los socialistas y comunistas. El EEUU azul, o variadamente progresista y demócrata, consiste de ambas costas (con exclusión de los estados costeros del Sur), Nueva Inglaterra y los estados industriales del norte.

Popularmente, la brecha (que continúa hasta nuestros días) es una cuestión de lugar social y la cultura, en lugar de la ideología. Los estadounidenses, como he señalado, no son ideológicamente afines. Una tipología de los estratos de la sociedad estadounidense requeriría un conjunto de otras entradas.

World Wide Web

La tercera década de los 90 en Estados Unidos comenzaron con la aparición de una nueva tecnología que se había cultivado cuidadosamente en las universidades y el gobierno (pero no en el uso público generalizado) desde los años 60, la Internet.

La red se había diseñado en Unix, un sistema operativo producido por el laboratorio de la empresa monopólica de teléfonos, los Bell Labs de la AT&T. Se pensó como un sistema descentralizado por razones militares, con la idea de asegurar la supervivencia de este medio de comunicación intelectual después de una guerra nuclear. Una vez comercializada, en los 90 cuando el monopolio telefónico fue deshecho por órden judicial, la Internet comenzó la revolución que conocemos todos hoy.

La Internet y la tecnología que maximizó la productividad a niveles impensables solo años atras llevó a un auge mundial que prolongó la recuperación del bienestar en la expansión económica más larga de la historia de EE.UU.. Los estadounidenses a fines de 1990 creyeron, sin distinción de tinte político o grupo étnico, que entre la caída del comunismo y la Internet, todos los problemas habían llegado a un punto en el que todo se podría solucionar en una comunidad global capitalista. Esa idea apareció en un famoso libro The End of History (El Fin de la Historia) de Francis Fukuyama.

Era la ilusión inevitable de una década de la riqueza sin igual y un mundo de alta tecnología unipolar aparentemente con ilimitada capacidad de organizarse a nivel mundial y curar todos los males. El gobierno de EE.UU. llegó a tener excedentes fiscales proyectados hacia un futuro casi sin fin. Wall Street estaba rugiendo (dicen que en el último politburó aplaudieron cuando vieron la película homónima). Europa se unificó con una sola moneda. Incluso China hizo su apertura al capitalismo. Y una nueva tecnología nos estaba unificando a toda la raza humana junta, para siempre.

Por supuesto, hubieron presagios de que eso no iba a durar.

Por ejemplo, cuando se aprobó en 1996 la reforma de la asistencia pública a los necesitados, reduciendo los beneficios a un máximo de cinco años de por vida, se vio un indicio de falta de sensibilidad hacia los perdedores económicos.

Igualmente, los escándalos de Clinton con Monica Lewinsky produjeron una telenovela nacional. Me tomó una década darme cuenta todo aquello no era una más cortina de humo detrás de la cual se derogaron leyes que desde los años 1930 habían separado la banca, la bolsa y la industria de los seguros en compartimientos estancos. (Su eventual resultado se vio en el 2008.)

Finalmente, el fraude electoral que derrotó al demócrata Al Gore, quien ganó la mayoría de los votos pero perdió en el colegio electoral, demostró que perduraban los Darth Vaders socioeconicos y políticos del país.

La década de 1990 no terminó en el año 2000 (o 1999 como algunos pensaban). Terminaron una mañana diáfana y soleada de fines de verano el 11 de septiembre de 2001, cuando dos aviones de pasajeros fueron estrellados contra las torres gemelas del llamado Centro Mundial de Comercio de New York.

* Esta es otra entrega de una breve serie que intenta esbozar la historia cultural y social contemporánea de Yanquilandia, a través de como se sintió el tiempo y el lugar. Todo esto surge de un intercambio con una corresponsal francesa, que provocó pensamientos que podrían ser de interés para mis lectores hispanoparlantes.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Poner la otra mejilla y amar ISIS

Aunque no estoy de acuerdo con violencia de cualquier tipo y deploro lo que pasó en París, esta es una lección que sospecho será ignorada. Ciertamente, el 11 de septiembre del 2001, escuché llamados a la venganza hasta del púlpito (por parte de un sacerdote irlandés), a pesar de clara enseñanza de Jesús de dar la otra mejilla y amar a nuestros enemigos.

No espero que nadie en Francia se acuerde del odio profundamente arraigado hacia los musulmanes en Francia y el maltrato de todos los árabes por los franceses. Estoy seguro de que pocos en Francia, o en otras partes de Occidente, recuerden que fue Francia la que proporcionó un importante ejemplo occidental de secuestro, tortura y asesinato sin juicio en Argelia hacia fines de la década de los 1950.

Claro, no cuentan en los ojos occidentales, porque después de todo, en la percepción europea no eran más que unos morenitos musulmanes, y no blancos pseudo-cristianos.

París, Francia fue un objetivo apropiado para musulmanes desesperados. No es algo hecho al azar. No estoy de acuerdo con lo que hicieron, pero reconozco lo hecho como lo que es.

Nadie en Occidente jamás piensa en estas cosas, tanto como nadie se pone a pensar de las décadas de depredaciones por parte de intereses petroleros occidentales al mundo árabe y musulmán. La fatwa de Osama bin Laden en 1998, sin duda una perorata pesada, no salió de la nada.

Fíjense en la tiranía de la Casa de Saud en Arabia y en los varios emiratos gobernados por príncipes que venden a su gente por recaudos del petróleo. Está el golpe de la CIA contra Mossadegh en Irán, los esfuerzos anglo-franceses contra Nasser en Egipto, la alianza de conveniencia soviético/rusa con la familia tirana Al Assad en Siria.

Y no nos olvidemos del elefante en la sala: los 2 millones de palestinos árabes muchas de cuyas familias han vivido como refugiados en su propia tierra desde 1948.

La lección es clara: hay que dar con una salida pacífica a esta situación. Hay que abrir las puertas a los refugiados y compartir nuestra abundancia con el mundo que nos ha proporcionado combustible.

Seamos líderes en el mundo, no con más guerra y dinero por el barril a las empresas que especulan con la carne de cañon, pero con la paz y la alimentos y asistencia a los que sufren en el Medio Oriente.

Sin duda, los agentes de la violencia deben abandonarla. Pero tal vez deberíamos mostrarles el camino con el ejemplo. Practiquemos lo que predicamos.

No hagamos de esto en una excusa perfecta para militarizar nuestras sociedades, destruir lo poco que queda de la democracia en Occidente y empezar la Tercera Guerra Mundial.

Empecemos, en cambio, la Primera Paz Mundial.

jueves, 29 de octubre de 2015

Cambio si, Partidismo no

En el fárrago de crítica a la gestión de Nestor y Cristina Kirchner hay supuestos problemas, olvido generalizado y una ausencia de responsabilidad ciudadana. Lo cual no quiere decir que no sea necesario un cambio.

Hay alegatos que no se han verificado, accidentes cuyo origen no está claro (lo que excluye suponer culpas) y efectos de fenómenos metereólogicos que ningún gobierno de ningún país tiene el poder de controlar (hay inundaciones en EEUU y Europa). Esto no es escepticismo racional, es mero partidismo.

Cuando se habla de "década ganada" la referencia es a la diferencia entre el pozo económico -- que parecía sin fondo, producido por la crisis argentina del 2001, producto de un fraude monetario monstruoso (y una deuda heredada de los militares) -- y la posición relativamente holgada del país en el 2011. Eso, aún teniendo en cuenta que Argentina es uno de los pocos países del mundo en toda la historia que se ha podido zafar con un cese de pagos externo y ante el cuál los libres del mundo generalmente no saben donde está.

Hay que recordar una moneda que bajó en valor un 60% de la noche a la mañana, una tasa de desempleo de dos cifras y una deuda externa impagable que en efecto hipotecaba al país hasta los nietos de los nietos. Hay que notar que la moneda es relativamente estable, que el desempleo ha disminuido y que se borró (ver buitres) gran parte de la deuda injusta e impagable. Esos son logros enormes.

Que la Argentina sigue siendo el país de los vivos donde no hay justicia ni equidad ni seguridad ni se puede creer en nadie ... eso no lo prometió cambiar nadie. Para eso hay que mirarse en el espejo y hablar de "cambiemos", pero no con una boletita de voto, sino con una transformación personal y social. Dudo que suceda.

Finalmente, concuerdo con la oposición a Cristina en particular en varios sentidos.

Primero, Cristina no es una jefa de estado idónea y no sabe hablar y llegó a la presidencia por su asociación a Nestor y escasamente mucho más.

Segundo, hay una corrupción social en la argentina notable, en la que están involucrados los kirchneristas y los macristas por igual, pero que los kirchneristas tapan porque les es inconveniente.

Tercero, el movimiento peronista es corrupto y ha dejado de representar nada más que un hábito electoral de un recuerdo de 1946 que no va ni viene; sería ideal que hubieran otros partidos con resonancia (ya ni hay partidos, nótese).

La idea de un cambio en las trenzas no suena enteramente mala, pero no confundan eso con una transformación del país.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Cambiemos: consigna buena, fines dudosos

“Cambiemos” es una buena idea, para la mayoría de las personas, instituciones y países. Cambiemos y seamos más generosos y menos egoístas, las organizaciones menos burocráticos y más efectivas, y los países menos belicosos y más justos.

Vengo diciendo desde 1961, cuando mis padres argentinos me llevaron sin consultarme a residir en la República Argentina, que los argentinos debieran cambiar. En casi todo.

Es solo cuando esta consigna se ofrece como lema de los que desean recultar votantes para Mauricio Macri, que la cosa es distinta. Macri, sabemos, es el jefe del municipio de Buenos Aires que se ha postulado para la presidencia de la nación en las elecciones que se darán el 25 de octubre.

El “cambiemos” macrista es un cambio a lo fácil y lo hipócrita. Con un voto ya cambié ¿vieron? Voté por el anti-Cristina ... ¡mirá cómo cambié!

El hecho real es que Macri no es más ni menos demagogo que Daniel Scioli, el candidato peronista. Los argentinos no tienen buenas opciones en esta elección presidencial; excepto mudarse al Uruguay.

Más interesante sería ponerse a pensar como llevar a cabo un cambio real, una transformación de lo personal a lo nacional.

Asi,  “cambiemos” me gusta.

Cambiemos. Formemos fila en la parada del colectivo. Seamos más atentos el uno hacia el otro en el trayecto ... de la vida.

Cambiemos. Ejerzamos nuestro patriotismo en el pago de impuestos (más impuestos si uno tiene mas, menos si menos) y sin resquemor por los que teniendo mucho menos reciben asistencia pública.

Cambiemos. Lleguemos al trabajo o a la escuela a horario y para cumplir, con una sonrisa. Et cetera.

Asi si, cambiemos.

viernes, 5 de junio de 2015

Ni una menos de ahora en adelante

Hecha la protesta el 3 de junio, en Buenos Aires y otras ciudades argentinas, queda mucho por hacer para que con grupos de lucha se logren cumplir las cinco consignas fijadas. Aporto mi apoyo a ese futuro con mis vivencias de la mujer argentina y de movimientos semejantes en el exterior.

Para mi la mujer argentina es mi madre, mis abuelas, mis primas, mis maestras, mis amigas y la única noviecita que tuve antes de irme del país hace décadas, apenas terminado el colegio secundario. Veo en ellas una representación del eje Eva-María del cristianismo católico.

La Eva a la que me refiero es la bíblica, pero podría ser Eva Perón: ambas querían ser más de lo que les había tocado y ambas mordieron el fruto prohibido so pretexto que habían sido seducidas por un personaje fálico.

En contraste, María es la sumisa "esclava del Señor" de los evangelios, que acepta las puñaladas en su corazón a raíz de la vida y muerte de su hijo, para convertirse en el modelo de pacífica resignación—"bendita tu eres entre todas las mujeres"—de los rosarios y los avemarías.

Recuerdo patente ver de niño a mi madre hecha un ovillo de sufrimiento en un sofá, cayéndosele lágrimas mientras clamaba a la Virgen entre sollozos
A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.
Era una de las tantas ocasiones en que mi padre la abusó hasta que yo, menor de edad pero con un abogado a mi lado, acudí a la justicia argentina. Y fue entonces que aprendí que "justicia argentina" es un contrasentido, como lo son los términos "ética comercial" y "música militar".

Y eso fue antes de los desaparecidos. Al igual que "Ni una menos", es un incidente más de una problemática milenaria que tenemos la enorme fortuna de ver—¡al fin!—encarada en la Argentina por quienes desean resolverla.

Claro, quedan por instrumentarse los grupos de presión, investigación y conscientización constante. Hay que hacer el seguimiento del sistema legal, la legislación y la ejecución de las leyes. Tiene que insistirse que se vote solo quienes mejor defiendan las consignas feministas, no a las figuras corruptas y demagógicas que ofrezcan lindas palabras.

Pero no es la primera vez que se erige un movimiento feminista en el mundo para obtener logros notables.

El feminismo de la segunda ola (1963-79), que tuve ocasión de observar de cerca en Estados Unidos, cobró impulso en los 1960 en parte debido a esfuerzos del Presidente Kennedy en materia salarial, pero más ampliamente gracias a un accidente histórico poco después.

Cuando el Congreso debatía Ley de Derechos Civiles en 1964, congresistas sureños que se oponían ofrecieron—como "chiste"—una enmienda que agregaba "sexo" a las características que el proyecto de ley protegería de la discriminación en el empleo, la vivienda, la jurisprudencia y todo ámbito público. Las otras, en el texto original, eran color, raza, etnia, nacionalidad y religión.

El chiste fue aceptado en serio y hoy es ley. Y en 1966 unas 29 dirigentes similares a las de Ni Una Menos fundaron la National Organization for Women (Organización Nacional de la Mujer).

A partir de entonces comenzaron grupos de conscientización en casa privadas, luego estudios académicos publicados por universidades y toda una serie de agencias asistenciales, todo amparado en la ley.

En materia de ingresos la mujer sigue cobrando solo el 81% de lo que percibe un hombre por labor similar; en 1963 era el 59%. Y desde hace varios años se gradúan más mujeres que hombres de las universidades, lo que augura un cambio mayor en un futuro no muy lejano.

Se han establecido normas en la policía y los servicios sociales para tratar con la violencia doméstica, la violación y el tráfico humano de manera que siempre hay una mujer que está entre los que responde y los que proveen auxilio.


La sociedad estadounidense no ha llegado al nivel egalitario de Suecia, pero hay toda una variedad de instituciones y leyes que hacen que ciertos logros, aún cuando hay quienes los atacan, sean casi irreversibles.

Tampoco es EE.UU. la Argentina, donde las costumbres patriarcales, incluyendo los mensajes implícitos en los géneros gramaticales, se hallan muy arraigadas. Según lo que me llega, a nivel de la ciudadanía argentina común no se ha comenzado un análisis a fondo ni adquirido un consciencia de una nueva manera de pensar y obrar.

Toma tiempo y esfuerzo, pero se puede.

Habrán traspiés (en EE.UU. hubo un intento de enmienda constitucional que falló en 1982). Habrán excesos, como me cuentan de la marcha, con algunas que decían de los hombres "hay que matarlos todos" (lo que insisto fue una expresión teatral del desahogo de la rabia suprimida).

Habrán políticos que querrán copar el feminismo para su partido, como parece haber ocurrido con la súbita aparición de numerosos cuadros peronistas llevados en ómnibus a la manifestación para entronar a Evita. (No olvidarse que la mujer es Eva y no solo María; además de todo lo que hay entremedio.)

Y habrán quienes pregunten por qué no se preocupan por la violencia de las mujeres contra los hombres (que estadísticamente no es un problema).

No se desalienten, mis queridas feministas argentinas. Hasta la victoria, no importa que sea para las nietas. Hoy se comienza.

viernes, 15 de mayo de 2015

¿Dañó la liberación?

La liberación era para romper con condicionamientos banales y antiguos
no para jodernos la vida a propósito, viejo.
¿Cuándo nos dañaron tanto?
Así escribe la poetisa ad honorem RRB un diagnóstico de la condición de la mujer—en fin, de si misma el día que escribió sus  cuatro estrofas de verso libre. Y me adhiero, me solidarizo y ofrezco mi empatía.

Ya escribí—pero en inglés y para yanquis (ver Was "Women's Liberation" a Capitalist Con?—la versión económica de la justificación de la queja.

La llamada "segunda ola" feminista* al abrir empleos no tradicionales a la mujer tuvo un efecto económico inesperado. En sencillo, los patrones dijeron: "¡Vengan mujeres, a empleos no tradicionales (pero con diferenciales de paga por sexo bien habituales), así les pagamos menos a los machos!" Negocio redondo.

Pero RRB es de la tercera ola feminista, como lo demuestran sus frases de erotismo tajante y hasta violento: "Me chupas la concha, pero me saludas con un beso en el cachete" ... "Te gusta como te toco la pija, pero no te gusta que lo haya aprendido".

Y no se queja de la plata excepto como instrumento de dominación: "Me invitas a tomar una cerveza, para que te la pague yo."

¿Y la "liberación"? ¿No era que la mujer se iba comprender a si misma, dejarse de pedir disculpas por todo (inclusive lo que no tiene nada que ver con ella) y rugir como una leona?

Resulta que, como dijera Mafalda, la mujer terminó enjuagando trapos de la historia y no jugando papeles históricos. RRB tiene de sobra para quejarse. ¿Y qué hacer, mis estimadas Vladimiras Ilich, ahora que la revolución falló?

No ha fallado.

El feminismo intenta dar vuelta una pizza que ha estado en el horno por lo menos 20 mil años. No va a cambiar de una con anchoas a lucir salame de un día al otro.

Hoy por hoy, como no lo era en 1968—año en el que militantes feministas acudieron a un concurso de belleza en Atlantic City, New Jersey, a quemar sus corpiños—hasta los compadres más machos y supuestamente despreocupados saben: la mujer no es un juguete y una sirvienta, es un ser humano con derechos además de responsabilidades.

Hay quienes dicen que hasta que el día en que sean los hombres los que menstruen y den a luz y se queden con los niños en la cueva, calladitos y dependientes de la la voluntad imperiosa de las mujeres que los escojan, no cambiará nada. Pero no lo creo.

La liberación sucedió—después de hecho el daño—en la conciencia. Falta ejercerla y hacerla respetar.

* La segunda ola del movimieno feminista corrió de 1960 y pico a 1980 y pico en EE.UU., o de los 1970-80 a 1990-2000 en el resto del mundo. Hay quienes dicen que hacia el 2010 comenzó una nueva ola. Veremos.

jueves, 30 de abril de 2015

Baltimore para Sudamericanos

A los efectos de asistir a la comprensión de lo que pasa en Baltimore, quisiera puntualizar algunos aspectos de lo que lleva a esta situación. Es mi respuesta a comentarios que denotan algunos huecos comprensibles en la perspectiva lationamerica respecto a estos eventos.

En Baltimore se enfrentan, por una parte, miembros de una comunidad afro-estadounidense (llamémoslos negros, según el uso sudamericano). Por la otra, figura la policía (llamémoslos las fuerzas de represión, se entiende, de la estructura socioeconómica eurocéntrica y capitalista).

El enfrentamiento surge de la noticia, una en una serie, de una muerte más de un negro en manos de agentes de la represión, sin proceso legal que lo justificara. (Me opongo a la pena capital, que las leyes de Estados Unidos, la permiten en muchos estados y ciertamente a nivel federal. Pero ese es otro asunto.)

¿Por qué ahora?


Porque es una en una serie de muertes que han llamado la atención, y en parte porque se ha perdido la paciencia. Porque la "era post-racial" de Obama no ha resultado serlo.

Voy a suponer que el lector entiende que los antepasados de los negros fueron secuestrados y traídos de Africa a América trabajar sin compensación como esclavos por unos 250 años, hasta 1865. Y que después los soltó a la "libertad" sin educación ni medios al capitalismo estilo "sálvese quien pueda" de 1860-1929, y al trato de la discriminación, segregación y violencia periódica, que recién fueron ilegalizadas en 1964. Finalmente, recordaré que en el 2009 tomó juramento el primer presidente de piel oscura, Barack Hussein Obama, hijo de madre blanca anglosajona y padre negro de Kenya.

La explicación específica radica en que la comunidad negra en Baltimore, como la de Ferguson, arrastra los estragos que causó la crisis económica del 2008. Esta última, no olvidemos, emanó de la especulación en torno a la deuda hipotecaria contraída en comunidades pobres, generalmente negras y de inmigrantes hispanos, gente de escasa educación financiera, mediante mecanismos esencialmente deshonestos.

En el 2009, según informes del New York Times y el Economic Policy Institute, se presentaron alegatos contra el Wells Fargo Bank que en Baltimore el banco había establecido una sección especial para esencialmente estafar a negros pobres. Esta entidad compuesta de empleados negros, se encargó de visitar iglesias negras para presentar la posibilidad de préstamos de vivienda a sus miembros.

Los presuntos prestatarios, dados sus ingresos menores, representaban préstamos de alto riesgo. El banco no había hecho, ni hizo, esfuerzos similares en la comercialización de este tipo de préstamos a través de las instituciones sociales blancas.
O sea que en la zona más afectada de Baltimore, Sandtown, que como en Ferguson es desproporcionalmente negra (los negros representan el 13 por ciento de la población de los EE.UU., mientras Sandtown es 96 por ciento negra).

En breve, es el capitalismo salvaje en su cariz racista.

¿Cómo responder desde Sudamérica?


Ofrezco tres posibilidades conjuntas.

Primero, no suponer que capítulos históricos inconclusos de explotación con contenido racista no existen en Sudamérica.

Segundo, comprender que la opresión de los negros en Estados Unidos es la misma opresión de los latinoamericanos. Y no emana de una nación o una raza, sino de un robo sistemático llamado el capitalismo.

Tercero, ejercer la solidaridad.

domingo, 5 de abril de 2015

En fiebre

Me despierto
en una estación en Vermont
con compañeros de colegio
de Buenos Aires.
Ellos quieren ir a Montreal
yo ando en camino a Washington,
siempre a trasmano.
A ellos se les han perdido las valijas
yo tengo todo
ofrezco comprarles sus boletos,
per me hacen cumplidos que no.
Hay en el andén
una locomotora marrón
con letras amarillas
North Hudson Railroad.
Pero,
es la misma
que vi
al despertarme en el vagón
en mi sueño,
antes de despertarme de mi sueño
de estar en tren.
del cual deperté parado en el andén
con mis compañeros.
Excepto que me despierto
y ya estoy en Washington:
en mi cama
y no en Vermont
y no les pregunté a los compañeros
¿qué fue de aquél compa
que protestaba que Dios era un soberbio
que se hacía halagar todo el tiempo?
y recuerdo
de repente, que no los vi
hace menos de años
y que el North Hudson Railroad
no existe (lo guglié).
Quizás las fiebres
son como anticipos
de la vejez encamada
y del otro mundo
en el que navegamos
mentes sin cuerpos
como un servicio interminable
de películas que dirijo
protagonizo
disuelvo
y rehago
por los siglos
de los siglos
... ah ...
y la sibilancia
de mis pulmones enfermos
no es más que
un coro de ángeles
traído de "Marat/Sade".

martes, 31 de marzo de 2015

Ni idea

Ni idea
qué pensás.
Y eso que oigo
(a veces hasta me esfuerzo
por escuchar)
esos ladridos humanos
que pretenden expresar
con símbolos
supuestamente convenidos
algo que proviene
de tu cerebro.
Tus sentimientos ...
ni hablar.
Tampoco tengo una nanocámara
que me muestre lo que vés;
y muchas veces no pesco
el guiño que me mandás
(aún suponiendo que los dos
interpretemos el gesto
de la misma manera).
Lo que olés
no es siempre lo que huelo
porque soy un poco
Daltónico
con los olores
como con los colores.
Es decir,
en resumidas cuentas
que vos y yo
somos entes
que a veces
coincidimos
geográficamente ...
Pero ¿comunicarnos?
Eso es un juego
de azar.

martes, 24 de marzo de 2015

Oda al 10 de Diciembre


¿Por qué se celebra tanto
el 24 de marzo de 1976
y bastante menos
el 10 de diciembre de 1983?


Lo que sucedió entremedio
no fue un Shoah;
no, Señor Jacobo Timerman,
a usted no lo agarraron
por judío
(bue, su circuncisión
les habrá caído de perlas
porque matonear judíos
es casi deporte nacional);
¿y no fue usted el adalid
de medios extrajudiciales
contra la guerrilla
(tal como lo confiesa
en su libro)?
O sea que el "Nunca Más"
se lo han pasado todos
por aquellas regiones sureñas
de las que no hablamos
en la sala.

Y no hubo
un régimen Nazi
en la Argentina,
que antijudía era
mucho antes
del Tío Fito de Braunau;
hubo una patota
de uniformados
que se sacaron el uniforme
para salir a matonear ...
... fueron muy valientes
con las mujeres y los chiquilines ...
... pero rajaron
frente al ejército inglés
que no era a la criolla;
y al fin
los antiterroristas
se volvieron terroristas
en nombre de la inexistente
patria
con los instrumentos del imaginario
estado
supuestamente un ente público
(pero
¿por qué es que
de la res
pública,
siempre me toca el vacío?).


Y por eso vino otro bigotudo
uno escogido a regañadientes
en ese ritual tan a contramano
-- el cuarto oscuro obligatorio --
en una sociedad
que en el fondo ansía
un quilombo
organizado
por un Gran Conductor,
sea descamisado
o barbudo,
que tenga parla
que robe
pero haga obra;
y por eso
es que el juramento
observado
de un señor un 10 de diciembre
se olvida o se desmedra ...
porque no tiene el romance
hollywoodesco
-- vamos ...
que quieren que gane el bueno
y se lleve a la chica --
de un holocausto
a la argentina.

domingo, 22 de marzo de 2015

No sabemos cual será la última vez que ...


No me acuerdo la última vez que
hice carreras con autitos de juguete en la vereda;
nombré ministros y embajadores
de mi país imaginario;
¿Y cuándo fue la última vez
que me puse el casco de combate
para intentar desembarcar en Normadía
por enésima vez
con John Wayne?

Tampoco recuerdo
cuál fue la última clase de colegio
en la que seguramente
observamos todas las formas
y hasta quizás
el profesor llamó al frente a alguno
a contestar preguntas
sobre la lección del día.

¿Y por qué no recuerdo
el último beso apasionado
que nos dimos con mi primera novia,
antes de que comenzaran los problemas
y pensásemos en romper?

¿Cuál fue la última tarea
que me encomendó mi jefe
antes de que asumiera su puesto?

¿De qué hablamos
en la última conversación
con mi madre,
antes del Alzheimer's?

Esas pequeñas obras cotidianas
que un día terminaron
sin anunciar
como no anunciaron
durante la caída de Constantinopla
con tambores y trompetas:
Ha terminado la Edad Media.

sábado, 21 de marzo de 2015

Cuando deje de vivir

Cuando deje de vivir
el mundo dejará de existir
Será como apagar
la computadora vital
Y todo el loco discurrir
de amar, coger, comer, cagar
S esfumará en una oscuridad
sin sistema operativo
ni electricidad siquiera
y la pila decaída
y el aparato material
que quede será un sinsentido
sin usuario que lo use
sin motivo para existir

viernes, 9 de enero de 2015

No ser Charlie Hebdo se ha vuelto un movimiento

Lo dije el 11 de septiembre y lo digo ahora.* Es fácil etiquetar a otro de "terrorista" y deshacerse de crímenes que son síntomas de los problemas del orden establecido.

A menos que haya sido obra de provocadores que trabajan para agencias de inteligencia occidentales, el asesinato de escritores y artistas de la revista francesa satírica Charlie Hebdo fue un grito de desesperación. Lo mismo que los ataques a las torres gemelas de New York en el 2001.

Por eso me atrevo a decir "NO soy Charlie Hebdo!"

Pero resulta que la cacareada libertad de expresión no se extiende a quién se para a pensar y dice "¡Alto por un puto minuto, aquí!" mientras todo el mundo canta de repente el mismo canto (y mientras los vendedores de pertrechos de guerra se frotan las manos con regocijo).

Resulta también que nuestros valores occidentales supuestamente abiertos y libres nos impiden reconocer que el punto de vista y los valores de los yihadistas, por mal que nos caigan, son iguales a los nuestros.

Los yihadistas ven el poder occidental más o menos de la forma que católicos europeos medievales vieron la conquista musulmana de Jerusalén y la Tierra Santa. Sus sociedades, recordemos, funcionan en gran medida como las sociedades tradicionales funcionaban en Europa hace 1.000 años.

No son democracias y, dicen ellos, a mucha honra. Toda autoridad es teocrática y absoluta. A las mujeres hay que someterlas a los varones. Y cortar de cuajo las extremidades (y órganos sexuales) pecaminosas, o contrarias a la ley.

Digamos que ellos y yo no viajamos en el mismo tren, querido lector occidental. Pero según nuestros mismísimos valores occidentales, tienen derecho tomar el tren que les dé la gana.

Dejemos de lado nuestros prejuicios socioculturales por un momento.

Cuando nosotros, los occidentales, vamos a sus países y tratamos de "modernizar" con los "derechos humanos", nos creemos  iluminados y generosos. De esa perspectiva viene el grave error occidental de demonizar a los talibanes y convertir en anatema el vestirse de burqa.

Cuando los ciudadanos de países predominantemente musulmanes observan nuestro comportamiento occidental, piensan razonablemente estamos imponiendo nuestros valores. Ellos piensan que estamos exportando herejías y maldad. Se sienten profundamente ofendidos por lo que perciben como la blasfemia de humanismo y la inmoralidad de hedonismo desnudo.

Y ni hablar de como los gobiernos occidentales han creado y apoyado todo tipo de monarcas, sultanes y dictadores (ninguno de ellos defensores estelares de derechos humanos que no sean sus propios) con tal de que vendan petróleo a un precio que guste.

Será muy fino y exquisito indignarse por la violencia en París, pero en realidad es sólo una manera occidental más de rehusar sus valores socioculturales y tratarlos como salvajes inferiores que necesitan nuestras ideas superiores.

¿Quién dice que el secularismo humanista democrático es mejor que el islamismo teocrático? ¿No fue la "civilizada" Europa la que aniquiló unos 300 millones de personas entre 1914 y 1945? ¿Cómo atrevernos, eurocéntricos occidentales, a proclamar que tenemos valores superiores?

¿Qué justifica el descaro de afirmar que, si no van a adorar al cristianismo nunca hemos ejemplificado, la gente de tez oscura debería adorar los derechos humanos que tampoco respetamos?

Es por esto que je ne suis pas (no soy) Charlie Hebdo. Y comienza a surgir un coro de voces que concuerda con lo que dijo en primer momento.*


* Esta entrada trae al castellano, con el retraso que en otra época llevaban las películas y programas de TV doblados en México, dos entradas de mi blog en inglés de los últimos días.