viernes, 14 de octubre de 2011

Morimos un poco al acercarse el crepúsculo del otoño


Comienza el otoño del hemisferio norte y trae a la mente la proximidad de la muerte y la lucha del ser humano por la vida, en especial la propia o la de nuestra especie. Caen muertas las hojas y los frutos serán asesinados en la cosecha. La temperatura bajará y una gran variedad de insectos y criaturas microscópicas perecerán.

La Parca irá recolectando nuevos abonados en hogares de ancianos donde los escalofríos redundan en enfermedades que acaban en la muerte.

Todos, sea cual fuere su opinión, creencia o teoría científica, concuerdan que el cese de la vida humana tal como sucede es irreversible, inevitable y anula las ideas, estados de ánimo, relaciones, posibilidades, temores y alegrías relacionadas a la persona que expira.

Una variedad de religiones sostienen que la vida continúa. Si hay vida después de la muerte se la idealiza. Tanto el cielo como el infierno no se parecen a lo que denominamos vida. Asimismo excede nuestra experiencia la posibilidad de reconstituirse totalmente, como en la reincarnación. 

Lo que resulta claro es que , cuando morimos, quedamos totalmente yertos en términos de la vida conocida. ¿Seremos duendes invisibles o uno de los mosquitos que acosan a los que han venido a nuestro velatorio? No lo sabemos. 

Nadie regresa de la muerte a la vida para contar su historia. Ni Jesús ni Odin regresaron tal como eran cuando vivían anclados a la tierra y sus limitaciones, como nosotros.

Se comprende, sin embargo, que haya quejas de índole religiosa contra la muerte. La mente se rebela ante la idea.

Elizabeth Kübler Ross hizo famosa de las cinco etapas del duelo:
negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Cada etapa demuestra lo difícil que es la noción de la muerte para los que quedamos. 

Y ni podemos determinar cuando sucede o en que consiste. Históricamente, se nos dijo que en un muerto cesaban los latidos del corazón y la respiración. Hoy en día, se habla del cese de la actividad eléctrica en el cerebro.

Luego está el dicho de
Ben Franklin, que la muerte es inevitable, como lo son los impuestos.

En Estados Unidos, el gobierno federal enumera las siguientes causas principales de la mortalidad: enfermedades del corazón, cáncer, apoplejía, enfermedades respiratorias crónicas inferiores, accidentes, la diabetes, gripe o neumonía, la enfermedad de Alzheimer, la nefritis y nefrosis, la septicemia.

La alimentación saludable y el ejercicio pueden prevenir enfermedades del corazón. No fumar puede prevenir el cáncer, aunque no se explica por que aflige a los no fumadores. También hay prevenciones posibles para las enfermedades respiratorias y la diabetes - aunque muchos de ellos son de origen genético.

La gripe no es un asesino, es como el viento en el otoño, arrastra a los que ya se estan soltando del árbol de la vida. Las otras causas no son asesinas, sino simplemente formas que toma la degeneración del cuerpo, que al igual que las máquinas, se rompe y deja de funcionar.

Mientras estamos en causas asesinas, está la muerte súbita accidental, provocada por asesinos humanos, lo que provoca horror en toda persona sensata.

Al observar la muerte, se me ocurre que es como nacer y crecer, pero al revés.

Un bebé reconoce a las personas y su entorno, comienza a comunicarse, a la larga a caminar, hablar, alimentarse y cuidar de que las excreciones. Una persona muere pierde el control de los intestinos y la capacidad de comer sin ayuda, caminar o hablar, comunicar, reconocer y finalmente la respiración se detiene y cesan las ondas eléctricas del cerebro.

No llorar. Nos estamos muriendo todos.