sábado, 24 de diciembre de 2011

Como desvalorizar la palabra

Una trosca yanqui, y sus comaradas, me dicen que soy un "belicista pedante". ¿Por qué? He cometido el error garrafal de preguntar por qué puso en Facebook una foto de Bill y Hillary Clinton con Madeleine Albright en el funeral de Vaclav Havel con el comentario: "qué feos se vuelven los criminales de guerra".

¿Criminales de guerra?

Como dice la Dra. Scalper, el ex-presidente Bill Clinton será "un lameculo más de las corporaciones" y su esposa Hillary, actual secretaria de estado, así como Albright, que ocupó el cargo bajo Clinton, serán algo menos que la Madre Teresa en un día bueno.


Pero "criminal de guerra" tiene un significado muy específico. Tiene que haber una guerra. Tiene que haber un crimen. Y el criminal tiene que haberlo cometido. ¿Si o si?

Los que bombardearon a Dresden y Hanoi cuando no había justificación militar alguna puede acusárseles: guerra, crimen, culpable del crimen. No se los acusó (porque eran del bando de los "buenos"), pero podemos debatirlo. ¿O no?

Por eso pregunté ¿a qué crimen de guerra te estás refiriendo? Lo de Lewinsky habrá sido irregular (y divertido, no?) pero crimen de guerra no fue. De enero del 1993 a enero del 2001, cuando Clinton fue presidente, Estados Unidos no estuvo en guerra.

¿O estoy loco?

Se negó a explicar. Tres de su pandilla partidista empezaron a trompetear enlaces a artículos de opinión repletos de generalidades sobre lo feo que es el mundo, pero sobre el presunto delito ... niente!

¿Y que hace la susodicha? Me dice que me va a des-amigar, bloquear y quéseyo ... en fin, desaparecerme virtualmente. Precisamente como el facismo de izquierda que mató a su ídolo, León.

Debe persegirse a la criminalidad bélica y enjuiciarse. Mejor aún sería que no hubiesen guerras. Pero todo eso se destruye cuando se llama "criminal de guerra" al primero que uno le dé la gana, con o sin pruebas, porque si.