El lunes 28, el Señor viajante descansó. Andaba con la cabeza hecha un bombo de reencuentros fugaces. Basta con dar una vueltecita por el barrio, mostrar donde hacía esto y donde vivía fulano, y el ombú de la Plaza Vicente López, que tiene cuidador y horario. Y, al fin, una cena que no fuera carne con otro compañero.
Descubrimos que en la adolescencia él quería ser como L y yo quería ser como él. ¿Quién habrá aspirado a ser como yo?
Una cena linda. Vino, pizza, humor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario