domingo, 2 de julio de 2006

Ñoño

En lo que parece casi otra encarnación habíase una vez un muchacho escuálido, anteojudo, de cejas firmes que, por un dejo nasal neoyorquino que hasta en castizo le brotaba inconcientemente, terminó con el apodo de Ñoño.

Y hoy se pone a cantar al compás de su teclado de compu ... para su público hispanoparlante, en su mayoría por allá por donde el diablo perdió su poncho. Y ya que estamos, comencemos a explayarnos sobre lo mismo.

Me refiero a esa "pena estrordinaria" de Martín Fierro, que se ve en la Argentina, en el cono sur, en toda la Iberoamérica, e inclusive en España.

¿Qué nos vuelve melancólicos por cultura? Se me ha ocurrido de tanto en tanto que, en el caso argentino, se trataba de sentirse perdido en tanta pampa, de sentirse lejos de todo, que es decir, lejos de la Europa ancestral.

Pero ¿y los gaitas? Viven en Europa, a pesar del hábito de decir "en España esto y en Europa lo otro". En la imaginación castiza, los Pirineos son el equivalente del Canal de la Mancha para los igualmente aborrecidos y admirados ingleses.

Y bien ¿de dónde viene esa melancolía entrañada?

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