viernes, 31 de diciembre de 2010

Blue Moon

Cuando hay dos lunas llenas en un mes, como sucedió el 31 de diciembre del 2009, a la segunda se le denomina una "luna azul", traducción de blue moon que puede bien significar luna triste como luna traidora. "Once in a blue moon" (cada luna azul) es en inglés como decir cada muerte de obispo.

Compartí esa luna, que en ciertas partes del mundo coincidió con un eclipse parcial, con mi "ex-cuñadastra" (o ex-half-sister-in-law, en inglés), su madre, mi compañera y una variedad de amigas y amigos de mis comensales en un barcito en una cortada entre Las Heras y Santa Fé. Buena música, buena bebida, comida regularona pero servida por los hijos del dueño y sus amiguitos(as).

Una de ellas, una niña de unos 11 llamada Malena, nos sirvió con modales tan de señorita formal, que la piropié con la confesión que no me olvidaría de ella. La tía, una muchacha apuesta, saltó con gracia a exigir que le hiciera corte a las mujeres más de mi edad, como ella. Muy guapa la tía y si hubiéramos estado solos ... pero no era oportuno.

Luna llena del 12/31/09 en Buenos Aires.
La luna azul es también el tema de una canción muy celebrada de 1934, compuesta por Richard Rodgers and Lorenz Hart, popularizada por Django Reinhardt, Frank Sinatra, Elvis Presley y más recientemente Rod Stewart con Eric Clapton.

Blue Moon
You saw me standing alone
Without a dream in my heart
Without a love of my own
(Luna azul, me viste parado por mi cuenta, sin un sueño en mi corazón, sin un amor que pueda llamar mío.) Es la canción de un romántico exitoso que, cosa rara, se encuentra solo y sin candidata.

Una coda perfecta para una visita rara a ese país rarísimo que forma el Cono Sur del continente.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Descensus in Averno

Vanidad de vanidades, todo es vanidad.
¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?
Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.
Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.
El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo.
Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.
Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.
¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.
¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.
No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.

—Eclesiastés

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Desencanto y Golpe de Teléfono

Otro almuerzo, otro encuentro. Con carne, pero a la milanesa. Nos conocimos desde antes de nacer, cuando su madre se inclinó a mi cuna a que le trajera "uno como vos". Tendrá el mismo humor trilingüe que tengo yo, pero salió mujer, che.

En el saldo de cuentas, resultará un día pesado, pero no será culpa de mi amiga. Ella comparte aquello de que en la Argentina todo tiene, además de precio, costo psíquico. Se perdió los mejores años en el exterior, mientras que yo le escapé a los peores años en el hemisferio norte.

Y hoy me habla de sus aspiraciones románticas, de su nuevo arte, de una variedad de esas cosas que permiten a los amigos ponerse al día, más o menos.

Nos despedimos y viene una caminata deprimente por la Calle Lavalle, donde vi "La Novicia Rebelde" ocho veces y "El Gran Escape" otras tantas. Y las de Joselito y Marisol.

Ya no hay cines. Bueh ... hay algo que dice que es cine, pero tiene un alumbrado violeta muy raro.

Entro a preguntar a una tienda si es "un cine normal" y la vendedora sonríe, como se les sonríe a los niños, los minusválidos mentales y los pajueranos que se han venido a pasarse de porteños. Concuerda que no, pero un colega agrega, "Y ... para algunos, es normal."

Una calle peatonal nos lleva a la otra: Florida. Y en Florida a un paraje de librerías. Terminamos en El Ateneo, donde busco ponerme al día, pescar lo nuevo en la literatura. Me llevo una bolsa llena de libros: una novela en la que se basa una película argentina que me dicen que va a ganar el Oscar; por consejo de un amigo, Operación Traviata; varias historias.

Curioseando, elijo un libro que parece estar en todas partes: Radiografía de mi País: La Argentina Que Me Duele. El título es exactamente lo que busco: una explicación de la argentinitis. Llevo seis días en el país, me empiezan a dar ataques crónicos y ando desesperado por un diagnóstico del mal que me acosa. Como escribí a principios de año, desconozco al autor.

Y es justamente por lo desconocido que cuando llego a "casa," me doy una ducha de padre y señor mío y decido ver como funciona esto de la argentinitis.

Resulta que en las primeras páginas el autor se introduce como alguien que fue trasladado a Buenos Aires a los 9 (como yo), pasó penurias por problemas familiares (como yo) y juró nunca más pasar por lo mismo (como yo). ¿Habré hallado a mi gemelo incognito?

Le leo a mi compañera, que se asombra de los paralelos.

Y en eso llama mi prima. Habíamos quedado en almorzar mañana, el 30. Le hago el recuento del día y termino con el descubrimiento de un tal Oscar González de Oro, que parece que es un locutor de radio.

"No, ese es un escritor terrible," me dice.

Le pregunto que autor sería mejor y me responde, no sé de dónde, "¿De derecha?"

No se me había ocurrido la ideología. He caído en un escepticismo de todo, y más aún de ideólogos argentinos.

"No, cualquier escritor: de derecha, izquierda, arriba, abajo, de cual quier raza o nacionalidad," le digo, "pero que tenga experiencias coincidentes con las mías y explique esto del país que nos duele."

"Pero ¿querés que sean de derecha?" insiste ella.

Es el comienzo de un diálogo de sordos en el que tomamos vueltas a una calesita con la misma pregunta y las misma respuesta tres veces.

Mi prima insiste dogmáticamente que es "terrible" pero no explica por qué, ni atina a ofrecer una alternativa. Y no entiendo de dónde viene el supuesto que a mi me interesan las lecturas conservadoras.

Terminamos a los gritos, se ventilan palabras hirientes. Cuelgo a media frase suya, sin despedirme.

Luego vuelve a llamar, hablan las mujeres, conciertan el almuerzo. Contra todos mis instintos, acepto concretar la cita. Es un grave error.

martes, 28 de diciembre de 2010

¡Pizza, al fin!

El lunes 28, el Señor viajante descansó. Andaba con la cabeza hecha un bombo de reencuentros fugaces. Basta con dar una vueltecita por el barrio, mostrar donde hacía esto y donde vivía fulano, y el ombú de la Plaza Vicente López, que tiene cuidador y horario. Y, al fin, una cena que no fuera carne con otro compañero.

Descubrimos que en la adolescencia él quería ser como L y yo quería ser como él. ¿Quién habrá aspirado a ser como yo?

Una cena linda. Vino, pizza, humor.

Domingo del Bife

¿Qué hacer ante una parrillada cuando es la segunda del día? Una al mediodía con sobrinas que, a los 15 y 19, ya apuntan o comienzan a ser señoritas; la segunda con un ex-compañero de colegio que ha cambiado poco y nada. No ha cambiado el bifacho tampoco, pero ...

Sucede todo muy rápido. Charlamos, vamos de caminata personalmente "histórica", amagamos reencontrarnos.

No logro conocer realmente a la sobrina de 19 que conocí cuando tenía 2. Y la quinceañera es tímida. Entretanto, con mi amigo terminamos en un restaurant ruidoso donde no es posible hablar.

Nos vemos, pero es como ver una serie de diapositivas.

La casa donde nació mi madre a comienzos del siglo pasado no está. Ya lo sabía, pero quería ver. Un bosque de edificios de departamentos. Irreconocible.

¿Y si uno tuviera tiempo para dedicar días y días a la conversación con cada uno?

Tampoco. Somos todos como barcos que navegan por el mar.


(Esta entrega correspondería a ayer, tratándose del 27 de diciembre del 2009. La de hoy viene más tarde.)

domingo, 26 de diciembre de 2010

Buenos Aires ¡Qué lo Paris!

He llegado a Buenos Aires por carretera (desde Ezeiza), en tren (a Constitución, Retiro y Plaza Miserere), en avión (Aeroparque) y por vapor (el puerto). Voto por vapor, y en la madrugada cuando se ve despuntar a la ciudad en amarillos, violetas y varios tonos rojizos hasta que amanece el cielo abanderado.

Llegar por carretera desde La Plata no tiene mucha gracia. Los barrios del sur son feos (no hay vuelta que darle, che) y no es hasta comenzar a transitar por Callao que uno comienza a reconocer cosas ...
  • la Avenida Belgrano, a cuadras del antiguo colegio
  • Avenida de Mayo y el edificio de los inoperantes sobre el cual las palomas depositan su elocuente comentario a cada tanto
  • Corrientes, Córdoba
  • Santa Fé, señores, señoras y por qué no niños ... ponerse de pie ...
¿Y la Confitería "El Aguila"? ¿Cómo que no está? Es como decir que el caballo blanco de San Martín era ... una mula (hecho real).

He conseguido un departamento a media cuadra de donde vivía. Al menos, ahí si, quedan bastantes cuadras sin tocar. Sin monstrosidades comerciales.

Hace calor y uno termina en la heladería que celebra 40 años. Era nuevita cuando fui con mi madre otro verano. Pero ya ni sé qué pedir.

Ahora si, la ciudad se presenta linda y virginal, como esas muchachas beatas que conocía yo (o que al menos cumplían a pies juntillas el undécimo mandamiento: que no se entere nadie, che).

Pero dejemos la ciudad para luego, que hay que tomar un remís (le daría un patatus a mi madre, que se quejaba del derroche de mi padre ... que era muy remisero) a la quinta donde vive un amigo de entonces. Le había comprado la bóveda y se le curó el cáncer. Dice que un día le va a servir, de todos modos.


Vive ... Mirá, ¿sabés donde el diablo compró su poncho? Pasamos el negocio, pasamos los varios lugares que visitó y después hasta pasamos el poncho abandonado ... y no habíamos llegado.

En camino me entero que hay una avenida dedicada a la memoria de Ricardo Balbín. Y me pongo a reir sin poder parar. No di con el Boulevard Capitán Piluso, pero debe andar por ahí.

Menos mal que se apareció ella, por casualidad, en la verja. Iba de compras. (Hay un poncho muy barato por ahí, a verr ... te explico.)

sábado, 25 de diciembre de 2010

Sexta

Estoy tan desacostumbrado a la Navidad en verano, que ir a una quinta y pensar en traje de baño me parece extrañísimo. Pero, claro, si siempre nos moríamos de calor. Lo de los cohetes la noche anterior me sorprendió. (¿Se hacía tanto antes?)

Es un día soleado, más primos, primitos y primazos de los que no he visto en años; algunos los veo por primera vez. Donde vivo yo, soy el último sobreviviente de una civilización desaparecida. Nadar en una sopa de familia extendida, que sea mía, es una sensación desusada.

Soy introvertido, no sé si por naturaleza o crianza y a los efectos finales no importa cual. Por eso observo, escucho, saco fotos.
Mi prima
Esta me parece la foto clásica. Una mujer que lo ha visto todo y no cuenta nada, como todas aquellas abuelas de la conquista. Una dama gauchesca que toma mate. Entre los cuatro primos, todos hijos únicos (¡la casa de locos, de ocho vástagos y demás, que habrá sido la de mi madre!), esta prima ha resultado ser como una hermana mayor para mi.

Entre sus hijos soy el "ito" de mi niñez. Somos contemporáneos generacionales, siendo mi prima hija de la mayor de la generación de nuestras madres yo de la menor, pero no coetáneos. En mis tiempos si usaban gomina, pero hay cosas que, o no sucedían, o nadie las contaba.

Es un día dorado.

Solo hacia el anochecer, cuando hablamos de la familia, de los antepasados que he rastreado por amor al arte, se perfila la brecha que nos separa: de su parte el dogmatismo (hoy de izquierda), de mi parte un escepticismo empiricista (que parece de derecha, especialmente frente a la bajada de línea, pero no lo es). Más que diferendos ideológicos, son hábitos intelectuales diferentes, lentes de distinto aumento, modalidades de pensar o no pensar.

Pero demos tiempo al tiempo. Mañana vamos a Buenos Aires.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Retorno al Retorno

24 de diciembre del 2009. - En Ezeiza se me acerca un hombre flaco pero fornido. La cara me es vagamente conocida, la voz dice mi nombre y caigo en que es un primo al que no veía desde ... y, él tendría unos 13 años por aquél entonces. Tendrá ... 49 me entero.

Y así comienza un paseo de unos nueve días en aquellos pagos.

Primeras impresiones en Ezeiza: hay cambios cosméticos. Las casillas de migraciones están numeradas y hay un cartel electrónico que debe indicar la casilla disponible. Pero el indicador no funciona; apunta a una casilla donde no hay un funcionario. Y no cambia cuando avanzan los pasajeros a nuevas casillas.

He llegado a la Argentina, donde nada funcionará como debe. ¿Para qué variar?

El antiguo edificio central está desvencijado, abandonado, como si hubiera habido una guerra que recién terminó. He llegado a la Argentina, donde sobrarán sitios abandonados, dejados a la buena de Dios.

Mi primo habla y camina rápido. Mete las valijas en su coche y nos largamos a una carretera con barreras laterales desvencijadas, pasto crecido en el medio y una cabina de peaje. Para cobrar ¿qué?

Hay baches, el perenne panorama de miseria. Pero las villas parecen más grandes, sus viviendas ya no son chozas de lata sino de ladrillos; hay un aire de pobreza sin fin y sin salida.

Pasamos por las afueras de Buenos Aires, mucha ruina, mucho edificio chueco. Llegamos a La Plata, ciudad planificada en los 1880, de chalecitos y edificios públicos de márbol. Todo arruinado también. Me da vergüenza que mi compañera gringa vea las cosas así.

Nos rescata la madre de mi primo, prima ella también, quien entrelaza sus saludos con conversación sobre Kant. Estoy entre los míos, gente que habla de libros, gente que sabe sobrevolar el entorno tremendo que los rodea.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

¿Denigrar o Criticar?

Algunos lectores me han hecho saber que han comenzado a reconocer en la entrada pasada (La lección de la "amiga" de Felipe Pigna) la triste excusa multiuso de ser "nacionalista". No sé si es una tara exclusivamente argentina; pero que es argentina, consta.

Salta a la vista precisamente cuando un observador se niega a aceptar la incompetencia y haraganería como modus operandi generalizado. Y los incompetentes y haraganes se zafan de su responsabilidad con la salida de que la critica "nos denigra".

Aclárese que la crítica, profundamente merecida, es un ejercicio doloroso para este observador. Argentina (y otros países íberoamericanos) no son meramente subdesarrollados, como se decía en una nomenclatura tecnocrática hoy caduca; son países en vías de retroceso.

¿Quién no decía en el siglo XVI de lo que hoy es Bolivia, que valía "un Potosí", por decir una suma enorme? ¿Y quién no hablaba del país natal de Simón Bolivar como un posible paraíso autosuficiente antes de que, a comienzos del siglo XX, se descubriera el petróleo en Venezuela?

¿Bogotá no es más el asiento de la imprenta americana? ¿Buenos Aires, el París del sur? ¿Y Uruguay su Suiza?

Y sin embargo, un día, como en el Macondo de Gabriel García Márquez, de repente están todos los edificios quebrados por la selva que ha crecido en sus ranuras y todos los muelles arruinados por los desechos y todas las fábricas corroídas en herrumbre. Y en la maleza selvática crece el narcotráfico, entre los desechos estan los niños y la juventud, y en la herrumbre la corrupción social.

No es denigrante (amén de que no participo de la idea de que parecerse a un negro sea una mella) decir que el relajo generalizado es una parte sustancial de lo que lleva al retroceso. Es crítica, destinada a hacer pensar y cambiar.

lunes, 6 de diciembre de 2010

La "amiga" de Felipe Pigna

Una tal Mónica, que se declara "amiga personal de Felipe Pigna", me escribe desde la página del sitio donde el historiador intenta vender sus libros para declarar que soy "claramente ignorante". Así se trata en la Argentina a quién está dispuesto a comprar algo. Como es obvio, no compré nada.

Y no compré nada, por dos razones. Una, solo porque no estoy acostumbrado a que se me trate así (por algo no vivo en la Argentina). Segunda, y más importante, es que, con sus vastos conocimientos, las genias y "amigas personales" que manejan el sitio y su correspondencia no han descubierto cómo envíar una caja de DVDs al exterior.

"Lamentablemente, no hacemos envíos al exterior", me escribió de la dirección ventas@elhistoriador.com.ar una tal Gilda o quizás Soledad (firman las dos). A lo que yo respondí: "Y así anda el país".

Era un eco del "lamentablemente". Después de todo ... ¿puede darse el lujo la Argentina de negarse a exportar?

"La verdadera razón por la que no hacemos ese tipo de envíos," me escribió Mónica, quien sin duda ganó el Premio Nobel por su invención del detectómetro que dio pie a la explicación, "es porque no nos interesa que los que se van a disfrazar de primer mundo disfruten de nuestro material".

¡Zás, me pescó! ¿Cómo supo que yo era un disfrazado de primer mundo? ¿Y qué significa ser disfrazado de esa manera? Será una murga nueva.

En fin, Don Felipe, con amigas como esa, usted no necesita enemigos. Y ése es el lamentable paradigma argentino.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Familia

Por mucho que mi niñez y la gente que habla de aquello de Dios-Patria-Hogar me han hecho odiar la palabra "familia," celebrar el casamiento de mi hijo mayor este fin de semana culminó con una experiencia de amor familiar, tal como nunca había sentido. El odioso instincto tribal estuvo ausente y en su lugar se hizo sentir el amor que los demás prodigaban a quien he amado desde el día en que nació.

Amar a un niño es, en el fondo, narcisista. Un descendiente comienza su vida cargado del depósito de deseos que uno no ha podido llevar a su realización. ¡Se remontará en vuelo en todo aquello en lo que apenas he logrado dar unos saltos!

Y, no obstante, un niño, sea de la sangre de uno o de otro, en el hogar o en el aula, o en cualquier otro contexto en el que un niño suele depender de un adulto, con todas las exigencias irracionales y unilaterales que los niños suelen emitir casi sin querer, resulta ser la primera lección de amor, del desprenderse de uno mismo para otro, y no por deber sino por placer.

¿Qué adulto no muere con una sonrisa si es para salvar la vida de un niño? Es la esencia de la especie humana, a veces dura y feroz.

Matamos muchas otras especies para comer, vivir, incluso por deporte. (Y no se engañen, vegetarianos, las verduras y las frutas son también especies vivas que matamos.) Y de ahí pasamos al tribalismo, el totemismo, al egoísmo de grupo y a la guerra: mi gente es mejor que la tuya, mi familia merece más que la tuya.

Aún si la familia humana se pierde en el conflicto que se considera necesario para sobrevivir, no hay duda de que el placer de verse criado y protegido por la familia, el clan, la nación y aún la unión planetaria, puede resultar expansiva y pacíficadora. Esto es lo que llegué a apreciar este fin de semana.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Massera vs. Timerman: Eco de una Desgracia

No hay gauchos “buenos” con sombreros blancos y otros “malos” con sombreros negros en la historia argentina. Ni tampoco es este año el bicentenario del país. Esos son el tipo de mitos detrás del reciente intercambio de poco lisonjero entre un diario derechista y el canciller argentino.

Según La Nueva Provincia de Bahía Blanca, el Almirante Emilio Massera terminó con “el flagelo subversivo.” Según el Ministro de Relaciones Exteriores Héctor Timerman, el diario fue de alguna manera cómplice con la dictadura de 1976-83 en el secuestro y tortura de su padre, Jacobo Timerman.

En una visión Massera es un ángel reivindicador en la otra Timerman padre es una mera víctima. Pero la realidad de ambos difuntos es otra.

Emilio Massera fue un militar naval mediocre pero oportunista que llegó a presentarse ante algunos como “socialista” cuando las papas quemaban para su régimen. Jacobo Timerman fue un empresario que, según su propio libro autobiográfico, abogó por el mismísimo terrorismo de estado que lo detuvo sin gracia de formalidad legal.

Para mi, ambos lucieron sombreros grisáceos y compartieron una cierta complicidad en la violencia política de su época, sea de derecha o de izquierda.


Si Argentina no logra establecer una historia propia libre ideológicas, no saldrá nunca del pozo en que cayó en julio de 1930, agrandó a partir de 1943 y finalmente convertió en cráter comenzando en 1973. Y eso sin considerar los desastres económicos.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Crónica de una Columna Anunciada

Sin ser argentinólogo, no deja de fascinar la publicación en el matutino porteño La Nación, en la edición sin duda impresa antes de que se conociera que Néstor Kirchner había fallecido a la madrugada, una columna de opinión que daba por seguro que comprobantes de su corrupción pondrían fin a la carrera política del ex- y (quería ser) futuro mandatario argentino.

El vetusto diario, fundado en 1870 por el militar, presidente y literato de menor calado, Don Bartolomé Mitre, ha llegado, a través de la eliminación comercial y política en el darwinismo social que impera en Buenos Aires, a ser el principal de la capital argentina. Sus páginas, le han concedido al aforismo romano De mortuis nil nisi bonum (nunca hablar sino bien de los muertos), recomendación que no he acatado jamás, un nuevo significado.

Seguramente a la viuda, la actual Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, se le ocurrirá la paradoja. Yo que Luis Majul, el columnista en cuestión, me iría con toda celeridad al aeropuerto internacional de Ezeiza con destino a rumbos donde la ira cristiniana no tenga vigor de ley.


Haga clic aquí para leer la columna.

martes, 14 de septiembre de 2010

Cómo piensan (pensamos) de nosotros (ustedes)

“México se asemeja a Colombia hace 20 años” decía el curioso titular del Washington Post de hace unos días. Me interesó saber en qué se parecería el terruño ancestral azteca con la patria de Gabriel García Márquez.

Pero, claro, nada que ver.

Se trataba de un discurso que había dado la Secretaria de Estado Hillary Clinton en uno de esos clubes de hombres fofos que lo dominan todo, el Consejo de Relaciones Exteriores, en Nueva York.

Departamento de Estado, Washington,
apodado Foggy Bottom (Fondo de Neblina),
por el pantano sobre el que se erige.
“[México] se está pareciendo más y más a lo que se parecía Colombia hace 20 años,” dijo Clinton, aludiendo a una situación “en la que los narcotraficantes controlaban ciertas partes del país.”


Tal es la perspectiva que se adquiere cuando se trabaja en el Departamento de Estado (léase ministerio de relaciones exteriores). Los países extranjeros se reducen a etiquetas facilongas  (Colombia = cocaína, Afganistán = Taliban, Congo = violaciones).

Efectivamente, Clinton estaba diciendo que México (=sombreros? tequila? Pancho Villa?) se había convertido en Colombia (=cocaína).

Así el mundo se convierte en un suburbio de Estados Unidos, como ese mapa que publicara la revista New Yorker (cliquear aquí), que luego dió pie a miles de imitaciones, como la del Economist (cliquear aquí).

Es una forma estatal del narcisismo geografico que padecemos todos. El centro del mundo está en Corrientes y Esmeralda (Buenos Aires=tango) o Piccadilly Circus (Londres=Disneylandia) y no el pueblo de Sarandí (Uruguay=Suiza), cuyas calles desconozco.

No importa la demografía, los problemas sociales, el arte o la literatura de ningún lugar aparte de lo de uno. Y, de vez en cuando, lo que los funcionarios de la supuesta diplomacia piensan debiera preocuparnos.

En este caso, es el esfuerzo mexicano de copar  la actividad comercial de saciar el apetito norestadounidense para la droga.

¿No le asombra a nadie que, después de un gasto de incontables miles de millones de dólares en la llamada “guerra” a la droga declarada en 1970 por un tal Richard Nixon, las drogas siguen causando estragos en la sociedad de Estados Unidos (especialmente en las comunidades de color y pobreza)?

¿No será que Colombia=cocaína y México=cocaína es precisamente lo que algunos funcionarios desean persista por los siglos de los siglos, siempre y cuando los traficantes sigan comprándose jueces, legisladores o (quién sabe) quizas presidentes?

Claro eso nos llevaría a la etiqueta Clinton=comprada; o vendida o ramera.

domingo, 22 de agosto de 2010

¿Islam endemoniado?

Mandar a alguien al demonio es lo que nos brota de nuestros labios cuando un pesado dice un disparate o nos ofende. En los carteles de la foto, sin embargo, una iglesia protestante sureña acusa al Islam entero de venir del diablo.

"Islam es del Demonio": carteles
en el césped de una iglesia en la Florida
Me dicen que no se trata de un comentario risueño. Acá en Yanquilandia, desde Manhattan hasta California, parece haberles picado el prejuicio anti-musulman a un grupo creciente de idiotas.

Aclaro que para mi todas las religiones son pérdidas de tiempo igualmente inútiles todas.

Vale la pena recordar, sin embargo, que la palabra Islam significa “sumisión” o “humildad”, es decir, la religión del que adopta esas disposiciones en su persona.

A quien no le resulte convincente la idea central de aquella religión, recomiendo precaberse con lecciones de la historia. Si la lucha actual de la “civilización” contra ciertos grupos violentos—entre ellos unos que se dicen musulmanes y se consideran alineados con un tal Osama bin Laden—es una “cruzada”, debieran recordarse que las cruzadas medievales las perdieron los occidentales supuestamente cristianos, y no los musulmanes.

¡Ojo con repetir semejante tontería!

El encomio va dirigido asimismo a aquellos afectados por el nacionalismo histórico-cultural hispanófilo y su vertiente católica tridentina, corrientes según las cuales la Edad Media consistió en la larga Reconquista de España, con el Cid Campeador a la cabeza. Pero, bueh, se entiende el cruzadismo de cafetín, siempre que no pase de bernardinas de sobremesa.

Lo que no tiene ni pies ni cabeza es la increpación que intentan ejercer estos protestantes yanquis de los carteles de la foto. ¿Qué excusa tienen? ¿No les resulta raro ponerse a luchar contra supuestas “herejías”?

¿O no escarmentaron con la Inquisición?

viernes, 16 de julio de 2010

Una Pareja Feliz

Los ví. Los seguí. Y saqué la foto des de mi auto. Soy todo un Julio César.


Había que ir a la conquista de la Galia metafórica a la que esta pareja, obviamente jubilada, se dirigía en una mañana de trabajo. Resulta que no iban a ninguna parte, sino a estirar las piernas un poco por su barrio residencial silvestre en Washington.

Hubiera dicho Tolstoi: todas las parejas felices se parecen entre sí; las infelices son desgraciadas cada una en su propia manera.

Es una escena de Primer Mundo.

¿Hay jubilados sin ansiedades en el Segundo, Tercero o Cuarto? ¿En esos sub-mundos, hay acaso más que unos escasos barrios de este tipo, reservados para los bastante adinerados?

martes, 8 de junio de 2010

Todo es lo mismo

Sin foto, pero con enlace (cliquear aquí), me remito a otra peculiaridad de mi entorno: en Yanquilandia es frecuente, aún entre expertos, equiparar a países que no tienen nada que ver. Todo aquello foráneo es más o menos lo mismo ¿no?

El informe enlazado, en el que un economista compara las trayectorias del producto interno bruto (es decir el valor global de las actividades económicas de un país) de Latvia, Grecia y Argentina como si estos tres fueran esencialmente lo mismo.

Recuerda al sargento argentino que indicaba a su pelotón: "La media vuelta a la derecha es exactamente lo mismo que la mediavuelta a la izquierda, pero todo lo contrario."

Y visto que el informe me lo trajo a mi atención un economista del gobierno en cuya opinión personal
Tiendo a ver a América Latina como un conjunto de dos zonas, una zona dominada por Estados Unidos que se extiende desde México a Colombia, y una zona relativamente independiente que incluye el saldo de América del Sur. La zona dominada tiene drogas, delincuencia, asesinatos y golpes de estado militares, mientras que en la zona que parece independiente se han dedicado a los bienes de consumo y el desarrollo económico.
Es decir, todo es lo mismo y el punto referencial soy yo (y los míos).

domingo, 6 de junio de 2010

Humor Imperial Involuntario

Solo en Estados Unidos ponen un cartel grande para indicar donde está la agencia central de inteligencia (la conocida CIA). Pero hace relativamente pocos años, en el 2001 si mal no recuerdo, a alguien se le ocurrió darle un nombre rimbombante a la sede central (ver foto).

A la incongruencia de "ver espías aquí" (que hace unos años indujo a un maladaptado a echar ráfagas de balas a todos los autos detenidos ante un semáforo para entrar), se agrega otra: vemos en este cartel que la sede se llama ahora "Centro George Bush para Inteligencia CIA."

Pero ... ¡epa, amigazo! ¿Qué es esto?

¿Le ponen el nombre del tipo más idiota que habitó la Casa Blanca a un centro, precisamente, de inteligencia?

Es, sin duda, humor sin querer.

sábado, 29 de mayo de 2010

Francamente Aymara

Es verano acá. Salen a relucir por las calles los vendedores de lentes para el sol, camisetas y gorros para turistas y uno que otro aymara. ¿Aymaras, en Washington?

¿No eran indios los aymaras? Del altiplano, invadidos y sometidos por los incas, bastante antes de los carapálidas españoles. Son 2 millones hoy en Bolivia, Chile y Perú.

Al que le escucho tocar su quena se llama Franco. Es boliviano y forma un grupo folklórico, Aymara Star, cuyos temas vende en CD a tres cuadras de la Casa Blanca.

¿Quién hubiera dicho que la vida un día me traería una quena alucinadora a la esquina en cruz a mi oficina, en pleno centro de la capital imperial?

Quena con micrófono y altoparlante. Quena que baila sus bailecitos de los Andes. Quena que, hacia la tardecita cuando la muchedumbre se va del trabajo, toca aires más conocidos a los transeúntes estadounidenses.

Fijate: "My Way" de Frank Sinatra, tocado en quena.

viernes, 16 de abril de 2010

Lectura: Operación Ojos

Acabé de leer la semana pasada la novela "La Pregunta de sus Ojos" que traje de Argentina y llego al fin de "Operación Traviata", el informe periodístico sorprendentemente detallado sobre el complot y asesinato en 1973 del sindicalista argentino José Ignacio Rucci.

Me fascinaron ambos libros por sus temas comunes, la justicia e injusticia en la Argentina, la violencia y lo tenebroso, el "decensus in averno" del país en los años setenta y -- la generación que comparten los autores, que fueron demasiado chicos para haber vivido todo aquello y nos presentan todo desde una perspectiva oblícua, pero a mi mode de ver, fidedigna.

Los hechos principales de La Pregunta ocurren hacia fines de la década de los sesenta, en Tribunales, edificio que yo pasaba todos los días lectivos en el colectivo 102. Hay alusiones a cosas que recuerdo y detalles de la vida de adulto, que no llegué a conocer en carne en Buenos Aires.

Lo de Rucci es un recuerdo fugaz de una noticia cuando yo ya estaba en Canadá. Por más simpatías ideológicas y morales que pueda albergar hacia el movimiento sindical y el derecho de la negociación colectiva hacia buenas condiciones de trabajo, para mi los sindicalistas fueron siempre unos matones que cortaban la electricidad cuando se les daba la gana.

Pero todo eso se topó con el gorilaje militar, los Montoneros y el ERP, eventualmente los desaparecidos y la perpétua inflación argentina. Amén de muchas cosas más.

Y ambos libros no se gastan en repasar si los militares fueron realmente gorilas o qué facción del peronismo tenía razón. Si, no, todas y ninguna.

Aquello que es tan trágico, magro, espeluznante e increíble es para ambos autores un barullo de fondo. Pero sus historias, lejos de ignorar el barullo, lo explican sin meterse en dimes y diretes.

Un crimen común resulta ser una reflexión sobre la violencia, los atajos que a veces hay que tomar para hacer justicia y la probabilidad de que no hay solución a los problemas que ambos hechos suscitan, aparte del amor. Un asesinato premeditado y con alevosía resulta ser la excusa para examinar esas fuerzas políticas que en 1973 ya se encaminaban al desastre, no polemizar sino para terminar de saber en concreto qué pasó.

El pueblo argentino lleva 200 años en pos de saber de qué se trata en los ámbitos de poder y violencia institucionalizada que conforman al estado como reflejo de la sociedad. Estos libros ayudan.

sábado, 27 de marzo de 2010

"¿Por qué tengo que pagar yo, cuando el enfermo sos vos?"

El título de esta entrada es, en resumen, la queja central contra todo programa público de seguridad social, ya sea de salud, compensación por desempleo, jubilación, guarderías e incluso la educación misma. Y no sólo eso; es la protesta argentina contra la más mínima cortesía, como la que podría extenderse al peatón porteño para cruzar la calle cuando el semáforo le da luz verde con la confianza de que no va a ser atropellado.

Cabe preguntar, ¿por qué pagar por vos?

Empecemos por el lado que, si una ley de aplicación universal dice que debo pagar para que otro reciba cierto beneficio, seguro que también significa que el otro tiene que pagar para bien mío. Eso es lo que significa la res publica famosa que decimos que es la República Argentina. Todos estamos en esto juntos, como comunidad nacional, para compartir los riesgos y desafíos esenciales de la vida, como puedan ser la enfermedad, el desempleo, el tener y criar hijos, la adquisición de conocimientos necesarios y la vejez.

Rara vez reconocemos que alguien ya ha pagado por nosotros. ¿Quién a los 3 años, por ejemplo, compró y preparó todos los alimentos que comía, la ropa que llevaba, la vivienda que tenía? ¿No hemos sido todos recipientes netos de todo hasta llegar, como mínimo, a la edad de trabajar?

Y aún si hemos sido suficientemente emprendedores como para comenzar la empresa propia, ¿hemos construido por nuestra cuenta la infraestructura de transporte que permite enviar productos a nuestros clientes?

Nadie es un  individuo absolutamente autosuficiente. Ni siquiera vos. Es por eso que corresponde que pagues cuando me enfermo: para asegurar que cuando vos te enfermes que pague yo. Para eso existen las sociedades desde tiempor inmemoriales.

sábado, 20 de marzo de 2010

Temer Desconocer Proceder

Desear salpicar paladar
salir escupir porvenir
temer desconocer proceder

Descalzar caminar muladar
fingir permitir transigir
encender trascender saber

Besar pulgar urgar
vertir sentir erigir
querer coger mujer

martes, 16 de marzo de 2010

Respuesta a la Autodefensa y Suspicacia

No sé si será que han puesto alguna droga en obras sanitarias de Buenos Aires pero -- con la excepción de los comentarios de Nikka Scalper (ver aquí y acá) y un amigo que compartió privadamente pareceres semejantes a los míos -- los comentarios recibidos desde allá sorprenden por su perspectiva autodefensiva y su suspicacia.
  • Me escribe un pariente en Facebook que la Argentina es intachable porque no ha invadido a Iraq.
  • Un amigo reduce todo a "una bronca."
  • Una economista notable rehusa leer un informe de un asesor al Congreso de los Estados Unidos sobre la deuda argentina, so pretexto que las conclusiones vertidas han sido sobornadas por Doña Cristina de K.
¿De dónde sale este atajarse, meterse la cabeza en la arena y ver trampas fantasmagóricas en todo?

En cambio, Nikka me enseña que en un uso de ciertos especialistas lationamericanos, el concepto de "país central", que a mi me cayó neutral, se refiere a la centralidad en contraste con la periferia. No nací sabiendo y todavía me falta mucho para llegar a la sabiduría; cada día me siento más lejos de esa cima intelectual. Se agradecen los y las guías.

La Dra. Scalper también se luce en advertir que hay más de dos Argentinas, lo cual sabía pero dejé en el tintero para otro momento. Estuve a punto de señalar las dualidades históricas (Federales/Unitarios, Patricios/Inmigrantes, Perón/Balbín, gorilas/guerrilleros, etc., etc., ad nauseam), pero pensé ¿para qué, si ya lo saben?

Ni se me ocurren las salidas de los otros, a pesar de venir de orígenes argentinos patricios e inmigrantes, saber putear como el vecino, haber pasado parte de mi niñez y adolescencia allá, y tutti quanti.

No se me pegó algo que se les pegó a los demás en la Argentina; o si se me pegó, se me despegó hace rato.

viernes, 12 de marzo de 2010

El Mito del Desarrollo

Me parece tardío apuntarlo, pero mi reciente visita a la Argentina confirma que en aquél país todavía se estila una clasificación de países anticuada y poco real.

En 1961, cuando se iba de golpe en golpe para evitar "el retorno" de El Que Te Dije, la Argentina se creía "potencia mundial" y la pregunta bochornosa y contradictoria al viajero era "¿qué piensan los yanquis de nosostros?" (Respuesta real pero imposible de trasmitir en aquellos tiempos: nada.)

Desde 1991, cuando los transeúntes urbanos habían aprendido a hacer cola pacientemente y los comerciantes a devolver el excedente de un pago excesivo -- es decir, cuando Argentina comenzó a comportarse como la "Argentina año verde" del antiguo y clásico sketch humorístico -- la insistencia total de cuanto argentino uno se encontrase era "estás en un país del Tercer Mundo".

Y eso que los supuestos "mundos" (o por lo menos el "segundo," el de la caída órbita soviética) ya no existían y la clasificación aún tenía menos sentido que en agosto de 1952, cuando el economista, demógrafo y sociólogo francés Alfred Sauvy usó la frase por primera vez al escribir:
"car enfin, ce Tiers Monde ignoré, exploité, méprisé comme le Tiers Etat, veut lui aussi, être quelque chose" (y, en fin, este Tercer Mundo igbnorado, explotado y ridiculizado como el Tercer Estado quiere llegar a algo también)
Recuérdese que el "tercer estado" es otro concepto caduco, proveniente de la Francia anterior a la toma de la Bastilla en 1789.

"No hay países desarrollados", me aleccionó un economista de Nigeria en una conversación de hace 40 años que todavía resuena para mi.

Y de veras, si uno se fijaba en las tasas de contaminación del medio ambiente, de suicidio y en la sensación generalizada de alienación en los países más ricos, había que concluir que había un mundo hiperdesarrollado y hastiado, al lado de uno hambriento y un tanto desesperado.

Argentina era, en aquellos tiempos como lo es hoy, uno de los mejorcitos en el segundo grupo. Y en realidad, la Argentina, país primus inter pares desde hacía mucho, apuntaba a lo que el "desarrollo" real, si hubiera tal cosa, sería -- ni desmedidamente rico, ni excesivamente pobre.

Que las cosas cambiaron es para otra entrega. Pero el hecho subsite: el desarrollo de los países ricos es un mito que nunca fue cierto.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Las Argentinas de Mis Ojos

Hay por lo menos dos Argentinas. Hoy lucen clarísimo para mi: está la Argentina que festeja el Oscar que "ganamos" y la otra que anda con el ceño fruncido por el uso de reservas para pagar la deuda.

Son contradictorias y se anulan mútuamente.

En una, claro está, hay una euforia un tanto chauvinista por un mérito que no es realmente nacional, sino de un grupo de cineastas. Es como los hinchas que, sin tocar una pelota, "ganan" cuando su equipo gana.

Es un poco como el jactarse por tener el río más ancho del mundo. ¿Qué mérito real tiene eso? Ninguno.

En cambio, en aquello que precisa unidad, para enfrentar al mundo en lo económico, hay una Argentina dividida casi al punto de la traición. El Congreso y las cortes se ponen a cortar fino, fino en lo leguleyo para trabar un pago de deudas, y la presidenta se ensaña con los que, según ella, tienen el despechode no estar de acuerdo.

Las trenzadas entre Elisa Carrió y la oposición, por una parte, y su contricante Cristina Kirchner y compañía, por otra se asemejan más a lucha libre en el Luna Park que a discusión de alto nivel sobre la problemática nacional. Y no hacen más que transformar al país en una fantochada.

Es decir, hay una Argentina hincha y una Argentina que hincha -- y las dos coexisten simultáneamente en el mismo tiempo y espacio.

sábado, 27 de febrero de 2010

Las Telenovelas y el Locutor Yanqui

Una mañana reciente manejando hacia mi oficina, mientras escuchaba el programa noticioso "Morning Edition", oí a un periodista de la National Public Radio, una cadena radial auspiciada en parte por el gobierno, comparar a la conferencia sobre la reformas del sistema de salud entre el Presidente Obama y los republicanos a una "telenovela latina".

Para asegurarse de que el oyente estadounidense entendiese la palabra castellana "telenovela" añadió: "usted sabe, una de esos dramas diurnos de América Latina que se prolongan por horas y horas".

Hay que ponerse el oído norteamericano para entenderlo. Es un chiste. Más o menos estaba diciendo: Imagínese usted, mi estimado oyente, al presidente con el congresista John Boehner (R-Ohio), sentados a la sombra como los locos "latinos" en sus sombreros mexicanos de ala ancha, pasando el tiempo en pavadas mientras comparten una botella de tequila. ¡Ja, ja, ja!

Es sabido en Estados Unidos, por supuesto, que todos los lationamericanos usan trajes de banda mariachi. Además, los hispanos no tienen sentido del tiempo (no como los Anglos, siempre tan puntuales) y son incapaces de usar una frase concisa anglosajona cuando se puede recitar por toda una noche una serenata al son de la guitarra.

¿Verdad, señor reportero de NPR? Ja, ja, ja.

Ah, pero esperen! Yo no soy un aficionado a las telenovelas, pero sé que cumplen con sus horarios designados de media hora u hora entera. La telenovela típica no se televisa en forma continuada por "horas y horas", como el carnaval de debate en la Casa Blanca sobre la reforma de la salud.

Esa es cosa de político yanqui, Sr. reportero de NPR, no de hispanos en telenovelas.

Lo interminable de las telenovelas, y las denominadas "óperas de jabón" norteamericanas por igual, son sus tramas inverosímiles que se prolongan por años a través de miles de episodios.

El reportero de NPR, obviamente fusionó en su mente las tramas de telenovela con los estereotipos acerca de los hispanos -- no, "latinos", a menos que se quiera incluir al pol'itico neoyorquino Andrew Cuomo, de ascendencia italiana.

Pero, acaso ¿no tienen en la augusta NPR editores capaces de eliminar del guión una comparación que no sólo es falsa en los hechos, sino que además, y de regalo, es sutilmente racista?

Entiendo que no tenía intención de ofender a nadie, señor periodista de la NPR. Usted quería demostrar que Ud. tiene una cultura tan amplia que, aunque es un locutor en inglés, conoce la palabra "telenovela".

jueves, 18 de febrero de 2010

¿Convendrá Pagar la Deuda?

Dije que el dólar había bajado frente al euro y ... ¡zás! ... se dió la crisis financiera griega y el euro comenzó a declinar frente al dólar. Quise aleccionar a Cristina Fernández de Kirchner y olvidé puntualizar un asunto concreto: propongo el reciente drama con el Banco Central.

Estos dos puntos tienen una interrelación.

Si, el peso baja, tal como dije; pero el dólar también sube. Es más, la economía argentina ha llegado a tal distancia del concierto financiero internacional, que lo que le suceda al dólar, al euro, al yen o al renmenbi, tiene escasa incidencia en el valor del peso.

Claro, es una "independencia" un tanto sui generis. Argentina funciona financieramente como arquero, defensa, delantero propio y del equipo opositor: juega sola y a si misma. Al peso lo apoya el laburo argentino, hoy más que nunca, y nada más.

Y esa rara condición conlleva ciertas consecuencias, entre ellas, la congelación de fondos argentinos en el exterior. Argentina ha sido "castigada" por su cese de pagos con puertas cerradas en los mercados de capitales, donde se pueden obtener fondos para solventar inversiones que lleven a crear empleos y estimular el crecimiento.

Cristina no puede pedir prestado.

Por un lado la situación es muy argentina. El país, al igual que sus habitantes, siempre ha tendido a hacer las cosas a su manera, a desear auto abastecerse, ser un ente un tanto "autista" encerrado en su propia viveza y su propio juego.

Con el pago de los US$9 mil millones adeudados al Fondo Monetario Internacional, Argentina se liberó del FMI, cuya supervisión en asuntos como éste suele ser muy correcta en términos contables, pero peca de inconsciencia en materia social. Tener deuda fiscal cuando se necesita hacer obra no será buena contabilidad, pero responde a toda una escuela económica que levantó a los EE.UU. y Europa de la depresión de los 1930: el keynesianismo.


Además, lo que se escarmienta de la banca internacional es poco. Por ejemplo, debido a juicios contra la Argentina, la tesorería estadounidense retiene unos US$100 millones que son patrimonio argentino. Frente a los US$169 mil millones adeudados, la mayoría de los cuales se están pagando, cien millones es poca cosa. (Claro, si me los dieran a mi ...)

Entonces, ¿en qué quedamos y por qué se ha metido Doña Cristina en la camisa de once varas de sacar plata de las reservas, pelearse con el Banco Central y una punta de jueces?

Porque, si bien las reservas del Banco Central crecieron de US$10 mil millones a US$46 mil millones del 2002 al 2008, se ha revertido la balanza de comercio exterior hacia saldos positivos, y la economía argentina ha pasado de declinar a expandirse -- todos logros kirchnerianos, tómese nota -- en el 2009 comenzaron a aparecer indicios preocupantes.

De una respetable tasa de crecimiento del 7% en el 2008, en el 2009 bajó al 0.7%. Mientras tanto la deuda fiscal ha comenzado a crcer. Al mionca kirchneriano se le está acabando la nafta.

Y no es momento para celebrar, oposición. Que por esto pueden llegar a sufrir todos.


La presidencia de la impopular Cristina, en cuestiones de fondo, ha demostrado  un alto grado de perspicacia financiera -- inclusive en la jugada de pedirle prestado al Banco Central una cuarta parte de las reservas para retirar la deuda considerada en el exterior como haberes muertos, que traban la posibilidad de pedir prestado en el futuro.

Cristina, y por Cristina quiero decir el país, necesita fondos de inversión para volver a generar el crecimiento. Tiene razón. La deuda que quiere pagar no es toda la deuda. Solo una porción que dé a entender que Argentina piensa hacer buena letra.

¿Mi consejo? Déjenla.

viernes, 12 de febrero de 2010

Memo a Cristina, asunto "obstáculos"

Espero que su excelencia haya podido decir, en algún momento y con aplomo, esa paradigmática frase escolar infantil "mi mamá me ama". De otra manera, según todo lo que me cuentan sus ciudadanos, en la Argentina no la quiere nadie.

No la quieren los que viven en Buenos Aires porque su partido bloquea proyectos municipales. No la quieren en el interior, porque proyecta una idea del agro que dicen haber desaparecido. No la quieren en Mar del Plata porque hace mucho calor y en Tierra del Fuego porque hace mucho frío.

A decir verdad, su proyecto político, y el de su marido, tiene una cierta cordura. Ha mejorado la economía, después de empeorar terriblemente. Pero ahora hay gente que todavía sufre y hay que construir sobre bases cada vez más sólidas.

Y, si, el peronismo es la ideología única de la Argentina mientras sigan quemadas las izquierdas y derechas tradicionales; y ambas lo merecen. Y frente al menemismo, el kirchnerismo ha sido un paso adelante.

Ahora pide que la dejen gobernar. Y tiene razón. Pero, señora, hay algunos detalles que merecen su atención:
  • Corrupción: sean como fueren las cosas, la percepción existe de que los K se han hecho enriquecido mal y que, por consecuencia, el país se ha "pervertido", todo lo cual anula el mejor instrumento para dirigir: el ejemplo.
  • Retórica: no puede ser que la presidenta exprese en público errores de hecho bochornosos, ni que grite como una verdulera; se necesita mejorar tanto el contenido como el estilo del discurso presidencial.
  • Arte: gobernar no es una ciencia, ni tampoco mandar a hacer los berrinches; consiste en negociar, transar, ganar quí y perder allá, con pericia.
Atentamente ...

    martes, 2 de febrero de 2010

    Ni Sube, Ni Baja

    No es el dólar lo que aflige a la Argentina: es el peso. Frente al euro, el dólar ha perdido valor todo el mes de enero. Pero con la renuncia del director del Banco Central, Martín Redrado, el peso bajó aún más que el dólar.

    Siempre me molestaron los titulares. «Leve Suba del Dólar» anuncia La Nación, desgraciadamente uno de los mejorcitos diarios de Buenos Aires.

    Macana. Esto es parta de la eterna milonga titulada «La Culpa La Tiene El Otro».

    No es que hay una manga de corrompidos que roban: es la oligarquía. Y no es que haya oligarcas cínicos: son los obreros haraganes. Y no es que los obreros no sean los mejores del mundo: es el imperialismo. No son los hombres los que se les montan de prepo: son la mujeres que «quieren guerra». No son las mujeres que son mandonas y materialistas: son los chicos que lo piden todo.

    Y así queda arreglado que no se arregla nada. ¡Dejarse de joder, Argentina! Recomiendo mirarse en el espejo de vez en cuando para ver las llagas, arrugas y las ojeras de tanta farra.

    sábado, 30 de enero de 2010

    Lo Magro y Lo Macri

    Increíble descubrir en diciembre que los problemas municipales de Buenos Aires están atrapados en los engranajes de la contienda entre Maurico Macri y Cristina Kirchner. Pero es más o menos lo mismo que acá, en Washington, DC: los blancos republicanos en el Congreso le niegan la autodeterminación a los habitantes, en su aplastante mayoría de origen africano.

    Cae la nieve mientras escribo. La vereda es un arenal que, en lugar de ocre y quemante, como los bordes de las calles de Pinamar, es blanca y fría.

    Se me ocurre que hay semejanzas y contrastes similares en el manejo del poder en Buenos Aires y Washington. No se puede hablar de Buenos Aires sin hablar de Rosas, los ingleses y Perón, como no se puede hablar de Washington sin hablar de Lincoln, los que mandan y Martin Luther King.

    Confieso que por odiado y autoritario que sea Macri, creo comprender su cosmovisión, es decir, lo que los filósofos alemanes llamaban la Weltanschauung. Me sorprende, al tratar de averiguar quién es este susodicho tan puteado, descubrir que entre el jefe de gobierno de Buenos Aires y mi menos mentada persona hay paralelos existenciales.

    Nos formamos en el mismo colegio secundario, brevemente cursé estudios en la universidad de la cuál se graduó, y él tomó, sin duda, la impaciencia empresarial de su padre, que proviene de la misma frustración que he vivido al ascender (descender, dicen las malas lenguas) en el periodismo de reportero raso a director de publicaciones con responsabilidades empresariales.

    Me identifico: Buenos Aires es un bache lleno de cinismo porteño donde haría falta una buena escoba para barrer los escombros y comenzar de nuevo; todo ordenadito y con buena letra.

    Por otra parte, he seguido la trayectoria de mi amiga Diana Maffia, diputada en la legislatura porteña, que no es kirchnerista pero sí le critica justamente a Macri, su veto tácito a las leyes aprobadas, su atropello a la vida privada de los ciudadanos y su tendencia a sucumbir a la tentación autoritaria que le presentan elementos policíacos tenebrosos.

    Con Diana comparto un amor a la filosofía, es decir, a la búsqueda de la verdad, y poco más. Le he tomado el pelo por su dedicación a temas un tanto cósmicos para una legisladora municipal, pero estimo que es un ejemplar del ave más raro en la política: una persona honesta. Por eso mismo, concuerdo con ella que probablemente no dure en su puesto actual más de su primer término.

    Quedaría paralizado en un poco de esto y otro poco de aquello, si no fuera por la observación cinemática de un equipo canadiense dirigido por la crítica social Naomi Klein, que produjo el documental The Take (La Toma). Klein nos muestra la compra de votos por parte de la maquinaria peronista kirchneriana; asimismo filma el amago de cambio en una nueva generación que dice reusar soluciones a través de los votos y el foro cívico, para centrarse en las instituciones económicas y lo que Hegel llamara la sociedad civil.

    Con todo, infunde esperanza.

    jueves, 21 de enero de 2010

    Insignificancia Maravillosa

    La noticia que las Cataratas del Iguazú representan a la Argentina en un concurso mundial para elegir las "siete maravillas" del mundo actuales me remonta a mi abuela materna y su dictamen en 1962 que la Piedra Movediza de Tandil, su ciudad natal, era una "maravilla".

    ¿Qué pensarán en Brasil y Paraguay de la supuesta nueva maravilla argentina?

    Podría ocurrírseles que al chauvinismo de la Provincia de Misiones se le fue la mano. Como puede ocurrírsele al que visita a Buenos Aires que el río "más ancho del mundo" es en realidad un estuario. Y menos mal que nadie se jacta que el Obelisco ...  bueh, ni hablar.

    Nos rebelamos ante lo chata y pobre que es nuestra realidad, y que son nuestras vidas, nuestras preocupaciones. No aceptamos que somos hormigas en el mundo, transitorias y sin sentido.

    Inventamos maravillas y mitos para convencernos que no somos así.

    viernes, 15 de enero de 2010

    El No de los Argentinos

    Tomo el título de El Sí de las Niñas, la sátira de costumbres españolas hacia los  comienzos del siglo XIX, por Leandro Fernández de Moratín, como punto de partida para una de las costumbres más exasperantes de los argentinos de la actualidad. Argentina es el país del "no".

    Quiero un helado de ...  Ese sabor no lo tenemos.

    Vengo a buscar mis pantalones. No están listos.

    No, no, no. No les importa que decirme "no" me hace decidir que nunca más volveré a gastar mi dinero en su negocio. Son empleados y prefieren no trabajar a fijarse si están los pantalones (estaban) o ponerse a verificar si de ese sabor hay (no había).

    O son dueños del boliche y saben muy bien que en la calle comercial, todo el mundo cobra una tajada emocional con la negación. Es como un impuesto social por el mero hecho de habitar la República Argentina.

    Si estás, cagaste. Nada funciona, falta de todo y a nadie le importa.

    ¡Cuánto más grato sería tratar con negocios que facilitan las compras, que hacen del gastar un placer, cuya atención invita a volver! Eso es lo que hacen en los países adelantados (por algo son ricos).

    Pero para Argentina, eso es del año verde.

    Buenos Aires, Ciudad Féliz

    Hace dos años, de regreso de un viaje, caí en una reflexión rara, quizás influenciada por la falta de oxígeno a las altitudes de vuelo. ¿Por qué no hay mesas de inspección a la salida del los aviones, para proteger al mundo de las fechorías de los pasajeros? Nunca me imaginé que los porteños habían solucionado el problema.

    Efectivamente, para salir a la calle en la mayoría de los edificios de Buenos Aires, hay que abrir un cerrojo. De esta manera, quedan protegidos del posible terror que podría llegarles a infligir un residente que sale de su domicilio, los taxistas, los vendedores de chucherías, los mendigos y linyeras, los y las policías, los porteros aburridos y demás habitantes de la ciudad.

    Y así se vive en una ciudad féliz. ¿O no?

    Claro, como sucede en los aviones, siempre hay un loco con una bomba. Más comunmente hay montones de transeúntes de mal humor que te arrollan y echan a la acera justo cuanto viene a todo galope un colectivo 59.

    No hay seguridad perfecta en este mundo. Pero no es por falta de intentarlo, ¿no es cierto, porteños?

    martes, 12 de enero de 2010

    Treintitantos, Trescientos y Pico

    Quisiera retomar una frase que me ofreció un amigo acerca de la coyuntura argentina. Preguntó: ¿cómo es posible que haya hambre en un país de 30 y tantos millones de habitantes, que produce suficiente comida para 300 millones de personas?

    Cuando le repetí la frase a una amiga francesa que jamás ha pisado Sudamérica me dirigió la pregunta a mi, como si hubiera un respuesta sencilla y yo pudiera articularla.

    La Argentina efectivamente tiene unos 39 milliones de habitantes según las últimas estimaciones y produce carnes, granos y otros productos alimenticios que bastarían para 300 milliones y pico -- más o menos la población de Estados Unidos o de la Unión Europea.

    Winston Churchill detuvo la mano de Franklin Roosevelt, por allá por 1944, cuando el mandatario estadounidense pensaba echarle en cara a la Argentina su neutralidad en lo que ya se llamaba la Segunda Guerra Mundial. La Argentina -- le escribió Churchill -- proporcionaba al Reino Unido la mayoría de sus alimentos, el 80 por ciento si no recuerdo mal, lo que el afamado primer ministro consideraba "la mejor contribución que podría hacer al esfuerzo bélico".

    Según un informe reciente, en la Argentina unos 13 millones de personas, o sea casi exactamente 1 de cada 3 argentinos, vive en "pobreza extrema," que incluye la insuficiencia alimentaria o, en claro, el hambre.

    Volviendo a mi amiga francesa, me preguntó si será la corrupción. Los europeos viven con los ojos puestos en Africa, donde venden armas y extraen petroleo, diamantes, oro y otros recursos naturales; lo común en muchos países africanos es que el dictador de turno y su familia se morfe todas las entradas del país.

    Y, si, hay corrupción política en la Argentina. Pero yo diría que no es sólo a nivel de gobierno, sino a nivel social. A lo que me refiero es que la sociedad, en general, se halla en un estado de corrupción inédito en la historia argentina.

    Yo he podido preguntar en reuniones sociales donde la mayoría practican las profesiones liberales, cuántos pagan impuestos, sin que uno atine a levantar la mano. Habrá alguno que cumple su contribución fiscal entre ellos; pero se ha llegado al punto de perversión social que nadie se anima a admitirlo.

    Es decir, hablando mal y pronto, cagarse en el prójimo es la norma social. El que no llora no mama, y el que no afana es un gil.

    martes, 5 de enero de 2010

    Oro

    Se termina un libro que recogí atraído esencialmente por su subtítulo "la Argentina que me duele". Me topé con el volumen por mera casualidad en una librería al deambular, hacia fines de diciembre, por la calle Florida en Buenos Aires. Su autor me era completamente desconocido.

    Más familiar, por supuesto, me era, y es, esa Argentina que me duele. No me es tan conocida, cotidiana o íntima como para los que viven y siempre han vivido allá. Pero al que pasó en tiempos que hoy son de ñaupa parte de su infancia y adolescencia allá, al que sigue siendo esencialmente extranjero en todos los países, pero es hijo de patricios de, e inmigrantes a, la Argentina: que la Argentina duele, duele.

    ¡La Repúuuuuuuuuu ... blica Argentina!

    Ahora caigo en que el autor de este libro, "Radiografía de mi País", un tal Oscar González de Oro, señor para mi era muy conocido en su casa a la hora de comer, ni toma radiografías, ni se apena mucho por su país en lo que esencialmente es un intento fallido de autobiografía.

    Se autodeclara "pintón" y "amigo" de ministros de estado de varios países, a los que puede llamar en cualquier momento para pedirles favores triviales. Malgasta tinta y papel para contarnos sus encuentros fugaces con luminarias que, muy convenientemente, han fallecido (Perón, Borges, Cortázar) y no pueden desmentir lo sucedido, en el remoto caso que tales roces casuales fueran siquiera memorables.

    Yo también me creo pintón cuando no me miro del cuello para abajo. Una vez, en 1959 en Washington, estreché la mano de Fidel Castro. Decían mis padres que antes del '55 Perón me tuvo en brazos cuando yo tenía dos años y que "conocí" a Einstein en Nueva Jersey en 1950 y pico.

    No obstante, me atrajeron al libro las primeras 50 y tantas páginas, al descubrir que González de Oro tuvo una serie de experiencias desdichadas en la niñez muy, pero muy semejantes a la mías. Y su confesión temporariamente me emocionó.

    Creí que al fin daba con alguien que entendía todo mi pesar. Pensé que descubriría en las páginas restantes la respuesta a la pregunta insinuada en el subtítulo: ¿por qué me duele la Argentina y qué remedio hay para curarse del mal?

    Iba hacia una desilusión en la que hubiera aterrizado perfectamente bien (los aterrizajes son choques controlados), sin la perorata catédratica de una parienta lacaniana que, por razones pseudo-ideológicas a las cuales hizo vagas alusiones, padece una fobia cuyos síntomas afloran con la mera mención del nombre del autor.

    Tomá, mujer: González de Oro, González de Oro, González de Oro, González de Oro, González de Oro, González de Oro, González de Oro, González de Oro, González de Oro, González de Oro, González de Oro, González de Oro, González de Oro.

    Comienzo, eso si, a entrever a la Argentina que me duele.

    En ese país, algunos confunden su raso alfabetismo con la pasta literaria, otros confunden "ser leidos" (pronúnciese "ei" como diptongo, a lo gaucho) con la sabiduría.

    Es un comienzo. Propongo explorar más en futuras entregas. Hasta entonces, despídome atentamente, mi estimado lector.