No la quieren los que viven en Buenos Aires porque su partido bloquea proyectos municipales. No la quieren en el interior, porque proyecta una idea del agro que dicen haber desaparecido. No la quieren en Mar del Plata porque hace mucho calor y en Tierra del Fuego porque hace mucho frío.
A decir verdad, su proyecto político, y el de su marido, tiene una cierta cordura. Ha mejorado la economía, después de empeorar terriblemente. Pero ahora hay gente que todavía sufre y hay que construir sobre bases cada vez más sólidas.
Y, si, el peronismo es la ideología única de la Argentina mientras sigan quemadas las izquierdas y derechas tradicionales; y ambas lo merecen. Y frente al menemismo, el kirchnerismo ha sido un paso adelante.
Ahora pide que la dejen gobernar. Y tiene razón. Pero, señora, hay algunos detalles que merecen su atención:
- Corrupción: sean como fueren las cosas, la percepción existe de que los K se han hecho enriquecido mal y que, por consecuencia, el país se ha "pervertido", todo lo cual anula el mejor instrumento para dirigir: el ejemplo.
- Retórica: no puede ser que la presidenta exprese en público errores de hecho bochornosos, ni que grite como una verdulera; se necesita mejorar tanto el contenido como el estilo del discurso presidencial.
- Arte: gobernar no es una ciencia, ni tampoco mandar a hacer los berrinches; consiste en negociar, transar, ganar quí y perder allá, con pericia.
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