Es un día soleado, más primos, primitos y primazos de los que no he visto en años; algunos los veo por primera vez. Donde vivo yo, soy el último sobreviviente de una civilización desaparecida. Nadar en una sopa de familia extendida, que sea mía, es una sensación desusada.
Soy introvertido, no sé si por naturaleza o crianza y a los efectos finales no importa cual. Por eso observo, escucho, saco fotos.
Mi prima |
Entre sus hijos soy el "ito" de mi niñez. Somos contemporáneos generacionales, siendo mi prima hija de la mayor de la generación de nuestras madres yo de la menor, pero no coetáneos. En mis tiempos si usaban gomina, pero hay cosas que, o no sucedían, o nadie las contaba.
Es un día dorado.
Solo hacia el anochecer, cuando hablamos de la familia, de los antepasados que he rastreado por amor al arte, se perfila la brecha que nos separa: de su parte el dogmatismo (hoy de izquierda), de mi parte un escepticismo empiricista (que parece de derecha, especialmente frente a la bajada de línea, pero no lo es). Más que diferendos ideológicos, son hábitos intelectuales diferentes, lentes de distinto aumento, modalidades de pensar o no pensar.
Pero demos tiempo al tiempo. Mañana vamos a Buenos Aires.
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