Interrumpimos esta blogueadura filosófica para indicar que el revolver humeante que revela el porque de la invasión de Iraq finalmente se ha encontrado, agregando millones de razones a las que traerá la gente que viene a Washington a la manifestación contra la guerra el próximo sábado.
¿Por qué, al fin y al cabo, es que el Presidente Bush envió a tropas a la aventura en Iraq? ya sabíamos desde el primer momento que por algo malo era. ¿Pero qué?
Algunos dijeron que era por un defecto psicológico. Bush se sintió castrado por Osama bin Laden y tenía que demostrar que seguía siendo macho. Poner a un presidente en el sofá psiquiátrico, un pasatiempo popular desde la época de Richard Nixon, no funciona. No conocemos la psiquis de Doblevé lo suficiente para psycologizarlo. Y los que la conocen, no lo cuentan.
Hay también quienes pusieron la cosa en términos de tragedia griega: Bush el Menor venga el honor de Bush el Mayor, ultrajado su Némesis, el malvado Saddam Hussein. Tampoco funciona. Consta que Bush padre discrepa con Bush hijo sobre Iraq; Bush I paró en la frontera, donde Bush II osó pisar imprudentemente.
No nos olvidemos de que Bush no nos hace la tarea de conjeturar sus intenciones fácil. Es diabólicamente listo y no le tiene miedo a parecer estúpido con tal de engañar a sus adversarios.
Para calar las intenciones de los jefes de estado, uno debe observar quien beneficia por la jugada, cuáles son los efectos y hasta qué punto son coherentes con las metas del dirigente.
¿Por qué fue Nixon fue a China? Para comprar su salida de Vietnam.
¿Por qué Reagan comenzó su campañas electoral de 1980 en Philadelphia, Mississippi, un pueblito sureño de mala muerte, pero el sitio en el que ocurrieron los asesinatos de tres activistas de los derechos civiles en 1964? Para darles un guiño a los racistas sureños cuyos votos cortejaba.
¿Por qué es que George W. Bush y su partido republicano, adalid histórico del presupuesto en equilibrio, la causa de los déficites presupuestarios más grandes de la historia estadounidense? Porque quieren desestabilizar, y si es posible derrumbar, la fundación financiera de todos los programas sociales para ciudadanos de mediano y bajo ingreso.
Ahora bien, mis colegas analistas, ¿qué explicación plausible hay para una invasión de un país que ni Bush creía ser amenazante?
Días antes de la Navidad apareció como una luz tenue de respuesta un artículo en Der Spiegel online, La bendición del petróleo de Iraq se convertirá en una maldición? referente a un proyecto de ley en el parlamento de Iraq que permitiría que las compañías extranjeras se queden con el 75 por ciento de los réditos del petróleo extraído de Iraq por 10 años. “Negociando el reparto mientras que Iraq es inestable,” escribió a Joshua Gallu en Berlín, "las compañías podrían congelar la ganancia que perciben por el riesgo por diez años a un nivel mucho más bajo de lo que obtendrían en el futuro.”
Ahora si. Las petrotransnacionales suenan como una razón plausible para la invasión. Cuaja con la trayectoria de Bush en ese sector. Y tiene sentido en un mundo en el que las reservas disponibles van en merma, e Iraq posee la cuarta reserva más grande del mundo, de 112 gigabarriles.
Ahí está: Bush envió tropas a Iraq para crear circunstancias que permitirían que las compañías petroleras occidentales consiguieran poner bajo cerrojo reservas petroleras enormes por una bagatela. Eso si, la bagatela es para los ejecutivos que se darán megabonuses al mismo tiempo que estafan al consumidor -- y bloquean la búsqueda y el desarrollo de combustibles alternativos.
Por otra parte, una vez que uno lo ve asi caen todos los sospechosos. Resulta que el Fondo Monetario Internacional está dirigiendo un cartel de acreedores que han pospuesto los pagos siempre que Iraq se comprometa a aprobar la ley de hidrocarburos. Los sindicatos iraquíes se oponen la ley. La autoridad regional kurda no sólo se opone, sino que ha firmado sus propios acuerdosm, en términos más razonables, con algunas compañías.
¿Y la guerra sectarian? ¿No será más por las alas del petróleo que por Alá?
Bush desea desesperadamente cambiar el tema ahora que 70 por ciento de estadounidenses se oponen a su política en Iraq. No le dejemos. Especialmente ahora que no necesitamos conjeturas sobre de donde viene todo esto.
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