En el fárrago de crítica a la gestión de Nestor y Cristina Kirchner hay supuestos problemas, olvido generalizado y una ausencia de responsabilidad ciudadana. Lo cual no quiere decir que no sea necesario un cambio.
Hay alegatos que no se han verificado, accidentes cuyo origen no está claro (lo que excluye suponer culpas) y efectos de fenómenos metereólogicos que ningún gobierno de ningún país tiene el poder de controlar (hay inundaciones en EEUU y Europa). Esto no es escepticismo racional, es mero partidismo.
Cuando se habla de "década ganada" la referencia es a la diferencia entre el pozo económico -- que parecía sin fondo, producido por la crisis argentina del 2001, producto de un fraude monetario monstruoso (y una deuda heredada de los militares) -- y la posición relativamente holgada del país en el 2011. Eso, aún teniendo en cuenta que Argentina es uno de los pocos países del mundo en toda la historia que se ha podido zafar con un cese de pagos externo y ante el cuál los libres del mundo generalmente no saben donde está.
Hay que recordar una moneda que bajó en valor un 60% de la noche a la mañana, una tasa de desempleo de dos cifras y una deuda externa impagable que en efecto hipotecaba al país hasta los nietos de los nietos. Hay que notar que la moneda es relativamente estable, que el desempleo ha disminuido y que se borró (ver buitres) gran parte de la deuda injusta e impagable. Esos son logros enormes.
Que la Argentina sigue siendo el país de los vivos donde no hay justicia ni equidad ni seguridad ni se puede creer en nadie ... eso no lo prometió cambiar nadie. Para eso hay que mirarse en el espejo y hablar de "cambiemos", pero no con una boletita de voto, sino con una transformación personal y social. Dudo que suceda.
Finalmente, concuerdo con la oposición a Cristina en particular en varios sentidos.
Primero, Cristina no es una jefa de estado idónea y no sabe hablar y llegó a la presidencia por su asociación a Nestor y escasamente mucho más.
Segundo, hay una corrupción social en la argentina notable, en la que están involucrados los kirchneristas y los macristas por igual, pero que los kirchneristas tapan porque les es inconveniente.
Tercero, el movimiento peronista es corrupto y ha dejado de representar nada más que un hábito electoral de un recuerdo de 1946 que no va ni viene; sería ideal que hubieran otros partidos con resonancia (ya ni hay partidos, nótese).
La idea de un cambio en las trenzas no suena enteramente mala, pero no confundan eso con una transformación del país.
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