“Cambiemos” es una buena idea, para la mayoría de las personas, instituciones y países. Cambiemos y seamos más generosos y menos egoístas, las organizaciones menos burocráticos y más efectivas, y los países menos belicosos y más justos.
Vengo diciendo desde 1961, cuando mis padres argentinos me llevaron sin consultarme a residir en la República Argentina, que los argentinos debieran cambiar. En casi todo.
Es solo cuando esta consigna se ofrece como lema de los que desean recultar votantes para Mauricio Macri, que la cosa es distinta. Macri, sabemos, es el jefe del municipio de Buenos Aires que se ha postulado para la presidencia de la nación en las elecciones que se darán el 25 de octubre.
El “cambiemos” macrista es un cambio a lo fácil y lo hipócrita. Con un voto ya cambié ¿vieron? Voté por el anti-Cristina ... ¡mirá cómo cambié!
El hecho real es que Macri no es más ni menos demagogo que Daniel Scioli, el candidato peronista. Los argentinos no tienen buenas opciones en esta elección presidencial; excepto mudarse al Uruguay.
Más interesante sería ponerse a pensar como llevar a cabo un cambio real, una transformación de lo personal a lo nacional.
Asi, “cambiemos” me gusta.
Cambiemos. Formemos fila en la parada del colectivo. Seamos más atentos el uno hacia el otro en el trayecto ... de la vida.
Cambiemos. Ejerzamos nuestro patriotismo en el pago de impuestos (más impuestos si uno tiene mas, menos si menos) y sin resquemor por los que teniendo mucho menos reciben asistencia pública.
Cambiemos. Lleguemos al trabajo o a la escuela a horario y para cumplir, con una sonrisa. Et cetera.
Asi si, cambiemos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario