Conversaba con quien en lugar de meditar sobre el bien, lo realiza según su mejor entendimiento, sin fin obvio o inmediato de recompensa, y en medida sorprendente. En lugar de imitar el ejemplo, me puse a pensar ¿existirá el bien y que es?
-- Lo importante es la bondad. -- dijo.
-- ¿Qué?
-- Que lo importante es tratar a todos con bondad y ser tratado bondadosamente.
Hace años creía lo mismo. Si todos compartiéramos, si todos nos amáranos, si ... ¡Si nada! ¿Para qué existirá este aglomerado humano, tanto hormigeo humano? Vender, comprar, comer, hacerse el sexo, bañarse, dormir. Para despertar a volver a hacer lo mismo.
No nos amamos, no compartimos. Somos profunda e irremediablemente egoístas.
Llegamos a querernos, que es decir, a compartir egoismos: ella lo llena a el, el la llena a ella, y corren juntos abocados en vender, comprar, comer, hacerse el sexo, bañarse, dormir, despertar, repetir.
De vez en cuando brota un altruismo que es un egoismo más camuflado: quiero sentirme bueno.
La humanidad no vale ser amada.
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