La Argentina no es todavía, en el sentido que hablaba Nestor Kirchner como meta propia, un país normal. Y eso lo demuestran estas recientes elecciones presidenciales.
Hay, si, una amago de normalidad. Uno aprende cuando uno somete sus esbozos de ensayo analítico a los medios sociales que siempre hay un detalle que resulta que la realidad es más compleja de lo que uno cree. Pero en el fondo estimo que la anormalidad está demostrada.
Propuse que este es un momento inédito en la memoria de los argentinos. Ofrecí la transición de 1916, cuando
Victorino de la Plaza, del PAN, le entregó el bastón a Hipólito Yrigoyen, de la UCR.
Y dije que no había sucedido desde entonces una transición presidencial de un partido a otro opuesto
sin una crisis o exigencia económica o política y sin injerencia
militar, todo ordenadito como manda la Constitución, desde entonces. Resulta que Carlos Menem, del PJ, entregó el bastón presidencial a Fernando de la Rúa, del UCR, en 1999.
Ahora bien, De la Rúa no llegó a terminar su período presidencial en gran parte porque Menem le dejó la bomba a tiempo de la paridad ficticia de la moneda argentina con el dólar, que explotó en el 2001.
Es difícil creer que Menem no sabía que la bomba iba a explotar, asi como me fue siempre difícil encuadrar a Menem, un neoliberal extremo que hasta privatizó plazas públicas, en el panteón peronista.
No deja de ser cierto que en los últimos 100 años, la mitad se vivió a la sombra de golpes o
amenza de golpes militares, o fraude. Y desde 1983 hubieron traspasos de
partidos, todos (menos uno, de breve duración) forzados por exigencias del momento y a destiempo con
el calendario constitucional.
Y me refiero a transiciones de poder
normales, como de laboristas a tories en Inglaterra o de la derecha a los socialistas en Francia o del Partido Conservador (en economía neoliberal) al Partido Liberal (keynesiano) en Canadá. Algo
increíblemente raro para la Argentina.
A pesar de la imprecisión de la que acepto corrección, hay un hilo común en la anormalidad argentina, una política de hegemonismos en el poder en su historia.
La Argentina fue del régimen Federal de Rosas (1829-52) al paternalismo oligárquico del Partido Nacional Autonomista (1880-1916), a un intento de gobiernos de la clase media ilustrada (1916-1930) al peronismo (1946-?), con repetidas intervenciones militares (otro poder hegemónico) entre 1930 y 1983.
¿Por qué será que es tan ingobernable la Argentina que requiere la existencia de grupos políticos que se aferran al poder indefinidamente, hasta que otro lo supera? ¿No sería mejor que hubieran alternancias de dos o tres partidos que se corrigen sus errores mútuamente?
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