Me baso en una nota de Andrew Sullivan en Newsweek (ver aquí) sobre la estrategia política de Barack Obama para proponer un debate más profundo y de consequencias internacionales: vivir en el momento versus planficar a la larga. Comer azoradamente hoy porque quien sabe si habrá mañana, o posponer la gratificación por estrategia.
Ya ha salido por lo menos un contraataque al analisis de Sullivan, pero no importa. Lo fundamental es su tésis y sus implicancias panorámicas. Propone Sullivan que los que votaron por Obama (entre los que me cuento) que hoy se sienten decepcionados (entre los que tambien me he contado) pecan de fantasear. Uno, Obama no prometió una revolución social; dos, Obama concibió su presidencia en término de los ocho años que le daría su reelección en noviembre.
Lo segundo es lo que me interesa para esta reflexión. Según Sullivan, Obama vislumbró su primera presidencia como el momento de clavar estacas por doquier y la segunda presidencia para asegurarse que queden clavadas y que los cambios sean irreversibles. Es un juego lento y largo.
Y es como funciona el Primer Mundo. Inglaterra no va de gobierno militar a gobierno electo social demócrata, o viceversa, del día a la mañana. Hasta el Partido Socialista de Francia ha favorecido al capitalismo. España se cansó de giros violentos en los años 30 y ahora, de fondo, todos los gobiernos se parecen bastante, sean de derecha o izquierda.
Los cambios se ven en pequeños ajustes que a la larga cambián la dirección del buque. Hoy es unos centímetros de diferencia, mañana metros y la semana que viene kilómetros entre el derrotero inicial y el nuevo curso.
Es como no funciona hispanoamérica. Compré un traje en Buenos Aires que tuvo que ser re-cosido a los tres meses. No compro más en ese lugar, una de esas tiendas-boutique de la Avenida Santa Fe.
Y la economista a la que se lo contaba se reía.
"Pensás como en el Primer Mundo: vender buena calidad hoy, aunque la ganancia sea menos, para ir atrayendo clientes que vuelvan y, en volumen, resulten en ganancias significativas," me dijo. "Allá te venden lo que sea hoy para comer hoy."
Comprendo. Pero hace mal. Una cosa que descubireron las tropas aliadas que liberaron campos de concentración es que dar una dieta completa a quien ha estado muerto de hambre es un error mortal. El hambriento devora y come más de la cuenta, se empacha y se muere.
Y eso pasa allá en esa América a la que le han llamado "latina". Hay empachos de empleos y subsidios bajo un gobierno y merma de todo en otro y mientras tanto la gente se muere.
Claro, es fácil predicar moderación con la panza satisfecha. Pero es importante a los efectos del análisis de como funcionan las cosas. El principal desajuste norte-sur, alevosía aparte, son los destiempos.
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