La concurrencia del minstro del interior argentino, Aníbal Fernández, en calidad de allegado "como militante peronista" a la extracción de material genético del cuerpo de Juan Domingo Perón, levanta un interrogante mucho más interesante que la alegada paternidad de Martha Holgado: ¿en qué consiste el ADN del peronismo?
Sabemos que para definir al peronismo inicial, estimo que debemos remitirnos a los GOU (Grupo de Oficiales Unidos o, según algunos, Grupo Obra de Unificación), la logia detrás del golpe militar del 4 de junio de 1943. La plataforma del GOU propone menos de lo que opone: ee opone al comunismo, a la influencia anglo-estadounidense, a la participación en la guerra mundial, a la injerencia de políticos en las fuerzas armadas. Queda el placet tácito hacia los supuestos valores tradicionales argentinos: la religión católica, la estratificación social neo-feudal y las costumbres de origen español.
Es lo que podría llamarse el común denominador castrense argentino, detrás del cual priman la disciplina física, un sustrato de intelectualidad práctica pero no especulativa, una concepción patriarcal y autoritaria de la sociedad y una tendencia al dogmatismo (aunque no necesariamente al dogma católico oficial). En esto el GOU se define dentro de lo que era en su momento una vasta corriente nacionalista, que iba en aquellos años del socialismo y el radicalismo al conservadurismo y el pseudo-fascismo.
El primer elemento genético del peronismo es tribal: "Para un Peronista de bien, no puede haber nada mejor que otro Peronista". (Las Veinte Verdades Peronistas)
Perón se distingue de sus correligionarios nacionalistas al crear la Secretaría del Trabajo y asumir el papel de adalid del trabajador, fuere por demagogia (a semejanza del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores, énfasis mío), por su fortuita coalición con el socialista Angel Borlenghi, de la Confederación General del Trabajo, o por motivos que desconocemos. Es un paso distintivo.
Lo interesante es que "doctrina social" del peronismo está con conflicto con las tésis nacionalistas del las que emerge el peronismo. La tribu no es la nación en su organización tradicional, si no la sociedad que trabaja ("No existe para el Peronismo más que una sola clase de hombres: los que trabajan."). La justicia social "da a cada persona su derecho en función social".
Queda, entonces, una concepción autoritaria pero colectivista, nacionalista pero estatizante. La persona aquiere valor a través de su trabajo, siempre en función de relación a la colectividad.
El Justicialismo se propone una "nueva filosofía" que es "profundamente cristiana y profundamente humanista". Volvemos a la contradicción interna. El cristianismo se orienta verticalmente: la verdad viene de Dios a la humanidad, a través de un redentor y, en su lugar, la estructura eclesiástica. El humanismo es horizontal: somos todos soldados razos en la lucha por la existencia y la verdad; en la humanidad comienza y culmina toda autoridad, toda fuente de pensamiento. ¿Hacia cuál se orienta el peronismo?
Quizás el problema "genético" del peronismo es su sincretismo, lo que permite a los sindicalistas de la CGT, a los izquierdistas simpatizantes del los Montoneros, y a los neoliberales Menemistas llamarse "peronistas" sin tener que cotejar su ADN intelectual con el del Conductor.
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