En Baltimore se enfrentan, por una parte, miembros de una comunidad afro-estadounidense (llamémoslos negros, según el uso sudamericano). Por la otra, figura la policía (llamémoslos las fuerzas de represión, se entiende, de la estructura socioeconómica eurocéntrica y capitalista).
El enfrentamiento surge de la noticia, una en una serie, de una muerte más de un negro en manos de agentes de la represión, sin proceso legal que lo justificara. (Me opongo a la pena capital, que las leyes de Estados Unidos, la permiten en muchos estados y ciertamente a nivel federal. Pero ese es otro asunto.)
¿Por qué ahora?
Porque es una en una serie de muertes que han llamado la atención, y en parte porque se ha perdido la paciencia. Porque la "era post-racial" de Obama no ha resultado serlo.
Voy a suponer que el lector entiende que los antepasados de los negros fueron secuestrados y traídos de Africa a América trabajar sin compensación como esclavos por unos 250 años, hasta 1865. Y que después los soltó a la "libertad" sin educación ni medios al capitalismo estilo "sálvese quien pueda" de 1860-1929, y al trato de la discriminación, segregación y violencia periódica, que recién fueron ilegalizadas en 1964. Finalmente, recordaré que en el 2009 tomó juramento el primer presidente de piel oscura, Barack Hussein Obama, hijo de madre blanca anglosajona y padre negro de Kenya.
La explicación específica radica en que la comunidad negra en Baltimore, como la de Ferguson, arrastra los estragos que causó la crisis económica del 2008. Esta última, no olvidemos, emanó de la especulación en torno a la deuda hipotecaria contraída en comunidades pobres, generalmente negras y de inmigrantes hispanos, gente de escasa educación financiera, mediante mecanismos esencialmente deshonestos.
En el 2009, según informes del New York Times y el Economic Policy Institute, se presentaron alegatos contra el Wells Fargo Bank que en Baltimore el banco había establecido una sección especial para esencialmente estafar a negros pobres. Esta entidad compuesta de empleados negros, se encargó de visitar iglesias negras para presentar la posibilidad de préstamos de vivienda a sus miembros.
Los presuntos prestatarios, dados sus ingresos menores, representaban préstamos de alto riesgo. El banco no había hecho, ni hizo, esfuerzos similares en la comercialización de este tipo de préstamos a través de las instituciones sociales blancas.
O sea que en la zona más afectada de Baltimore, Sandtown, que como en Ferguson es desproporcionalmente negra (los negros representan el 13 por ciento de la población de los EE.UU., mientras Sandtown es 96 por ciento negra).
En breve, es el capitalismo salvaje en su cariz racista.
¿Cómo responder desde Sudamérica?
Ofrezco tres posibilidades conjuntas.
Primero, no suponer que capítulos históricos inconclusos de explotación con contenido racista no existen en Sudamérica.
Segundo, comprender que la opresión de los negros en Estados Unidos es la misma opresión de los latinoamericanos. Y no emana de una nación o una raza, sino de un robo sistemático llamado el capitalismo.
Tercero, ejercer la solidaridad.