viernes, 10 de junio de 2011

Crónica de una Supervivencia Inesperada

Cuando mi padre llegó a los 57 años, dos antes de su muerte. me pareció una enormidad. Estaría con un pie en la tumba. Y, efectivamente, murió "tan joven" dos años más tarde y me legó la tara de pensar que a los 59 que cumplo hoy, yo también me convertiré en banquete de gusanos.

Claro, una cosa son los 59 años vistos a los 28 y otra cosa son cuando uno anda por los 50 y also. Decía estar preparado para fallecer a la misma edad que mi padre. Ultimamente el cantito ha cambiado: me gusta estar vivo, con todos sus defectos.

¿Qué haría si no estuviera vivo?

Cuando cumpla 60 años, el año que viene, voy a exhalar un suspiro de alivio. Entonces, si, me dara un patatús de padre y señor mío ... y a rey muerto, rey puesto. Bromeo, o tal vez el destino se ríe de mi. Veremos, dijo un ciego ...

Valdría la pena saber cuando uno va a morir. A un amigo lo desahució su médico cuando le halló el germen de una enfermedad mortífera. El tipo gastó sus ahorros con frensí y pasó una década en arrastre de pobreza cuando el equipo le duró más de lo previsto.

¡Los médicos no saben nada! Mi plan es mantenerme lo más lejos posible, y por el mayor tiempo posible, del pulpo de extracción monetaria que denominan medicina. Pienso avejentar en casa (nada de asilos, por favor) para evitar que los tubos de alimentación forzada y, en general, para ir suavemente hacia la noche final. Bueh ... ése es el plan.

Aún así, si me muero este año, digamos dentro de seis meses para que coincida exactamente con mi padre, no puedo decir que me iré con mucha lucha. Salvo algún imprevisto, de los cuales siempre sobran, he realizado casi todo lo que voy a realizar.

De todos modos, me dicen que la penicilina ya la inventó el atrevido que me dejó el mundo con todo descubierto e inventado.

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