Pero, claro, nada que ver.
Se trataba de un discurso que había dado la Secretaria de Estado Hillary Clinton en uno de esos clubes de hombres fofos que lo dominan todo, el Consejo de Relaciones Exteriores, en Nueva York.
Departamento de Estado, Washington, apodado Foggy Bottom (Fondo de Neblina), por el pantano sobre el que se erige. |
Tal es la perspectiva que se adquiere cuando se trabaja en el Departamento de Estado (léase ministerio de relaciones exteriores). Los países extranjeros se reducen a etiquetas facilongas (Colombia = cocaína, Afganistán = Taliban, Congo = violaciones).
Efectivamente, Clinton estaba diciendo que México (=sombreros? tequila? Pancho Villa?) se había convertido en Colombia (=cocaína).
Así el mundo se convierte en un suburbio de Estados Unidos, como ese mapa que publicara la revista New Yorker (cliquear aquí), que luego dió pie a miles de imitaciones, como la del Economist (cliquear aquí).
Es una forma estatal del narcisismo geografico que padecemos todos. El centro del mundo está en Corrientes y Esmeralda (Buenos Aires=tango) o Piccadilly Circus (Londres=Disneylandia) y no el pueblo de Sarandí (Uruguay=Suiza), cuyas calles desconozco.
No importa la demografía, los problemas sociales, el arte o la literatura de ningún lugar aparte de lo de uno. Y, de vez en cuando, lo que los funcionarios de la supuesta diplomacia piensan debiera preocuparnos.
En este caso, es el esfuerzo mexicano de copar la actividad comercial de saciar el apetito norestadounidense para la droga.
¿No le asombra a nadie que, después de un gasto de incontables miles de millones de dólares en la llamada “guerra” a la droga declarada en 1970 por un tal Richard Nixon, las drogas siguen causando estragos en la sociedad de Estados Unidos (especialmente en las comunidades de color y pobreza)?
¿No será que Colombia=cocaína y México=cocaína es precisamente lo que algunos funcionarios desean persista por los siglos de los siglos, siempre y cuando los traficantes sigan comprándose jueces, legisladores o (quién sabe) quizas presidentes?
Claro eso nos llevaría a la etiqueta Clinton=comprada; o vendida o ramera.
6 comentarios:
Querido Cecilio,
justo hoy en la Legislatura de Buenos Aires, votamos un proyecto en la comisión de cultura para poner una placa en Corrientes y Esmeralda. La placa no dirá eso, pero señalará "el centro del mundo", el lugar en que hay que pararse para ver desde "aquí".
Acaba de descubrirse que los carteles mexicanos de drogas tienen armas estadounidenses. Eso da una pista en común. Estados Unidos vende armas a los narcos, vende armas a los que luchan contra los narcos, e impone políticas exteriores cuya hipótesis de conflicto son los narcos, para que Estados Unidos no consuma lo que venden los narcos.
En fin, que la industria armamentística va muy bien.
Cuando quieras venite a ver la perspectiva de Corrientes y Esmeralda. Y avisame!
un abrazo
diana
¡La realidad es más asombrosa que la ficción!
*Nikka declara que el centro del mundo está en la estación de Bulogne.
Gran parte del problema según mi opinión (luego de tomar unos buenos mates) es que generalmente, los que dicen cuáles son las ciudades/países importantes, no se quedan sólo en establecer categorías a su imágen y semejanza (léase convenicencia). Sino que son los que identifican los problemas y diseñan las soluciones, leyendo la realidad en los libritos que previamente escribieron. El problema es que no deciden sólo sobre su propio ombligo, si no sobre los de todos. En algunos casos, habrá intereses, corrupción, etnocentrismo (consciente o inconsciente).
Me parece que a medida que la "civilización" crece, la democracia se vuelve cada vez más formal. Hay un "totalitarismo democrático difuminado" que nos dice, fuera de toda lógica si uno se corre del eje que sustenta tal propuesta, que hay que producir y consumir infinitamente que es así como todo va mejor. Y hacia allí se centran casi todas las energías sociales. Es el triunfo de la religión de la mercancia...
Bulogne sur Mer entonces está en el medio del totalitarismo democrático difuminado. ¡Fenómeno!
No! No! No! Que no es Boulogne Sur Mer! Que pal pueblo, es Bulogne!
A la final, que nadie acá pronuncia Jerlingam (Hurlingan) o Manrrou (Munro).
Volviendo al tema del Ombliguismo... con tanta globoludización que dice que somos ciudadanos del mundo, nada mejor que una tarde haciendo compras en el almacén y la verdulería del barrio para entender que si somos incapaces de encontrar causa común con el kia que vive al lado, mucho menos con gente que la que compartimos estéticas y consumos... pero no tanto las consecuencias de los pequeños hechos políticos de cada día.
Me voy a descansar bajo el desapacible cielo buloñiense!
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