Tres cosas apuntan al apocalipsis en un futuro cercano.
En primer lugar, está el mundo de mi profesión, el periodismo (que, por las dudas, no es lo mismo que bloguear). Ando trastornado desde fines de mayo, cuando me enteré que el New York Times ofrecerá compensación para que renuncien toda una capa de empleados editorioles. En mi propio mundillo periodístico, las cosa tampoco andan según lo planeado.
Este es el tipo de evisceración que elimina las personas invisibles que hacen posible un medio de comunicación elocuente y bien documentado. Le sucedió al Washington Post hace varios años y sólo la calamidad de Trump suspendió el verdugo, hasta cuando no se sabe. El Post no es ni jamás fue el Times, pero había días en que era una fuente fiable de información, a veces escrita decentemente. Vamos hacia una sociedad "libre" de información.
En segundo lugar, mis ojos captaron una nota de negocios en el Post, acera de los problemas que la Apple tiene con el desarrollo de la inteligencia artificial, que hizo que la proverbial manzana de Newton cayera sobre mi cabeza. ¡La inteligencia artificial explica el futuro socioeconómico!
En pocas palabras, es lo siguiente: las élites, esos que tienen en sus manos en las palancas de la sociedad y la economía han decidido diezmar la población. Piensan que hay demasiadas, luchan mucho, quieren sueldos mejores, más derechos y un montón de cosas que los humanos aunque no sean posibles (manteniendo las cosas como son). Solución: dejar que el 80 por ciento de la humanidad esencialmente se muera de hambre y que quede solo una capa obsecuente de gente de alto nivel educativo; así toda la humanidad podrá vivir de los bienes y servicios producidos por la inteligencia artificial. (Espero que yo y los míos estén entre ese privilegiado 20 por ciento, aunque no sé.)
En tercer lugar, existe el cambio climático. No requiere más explicación.
Esto puede reflejar el acercarme a mi apocalipsis personal, ya que me acerco a mi 65° cumpleaños aunque, objetivamente, no veo un futuro mejor.
martes, 6 de junio de 2017
viernes, 14 de abril de 2017
¿Fue un engaño la "liberación" de la mujer?
Los supuestos avances de la mujere desde la década de los 1970 ¿mejoraron las condiciones económicas generales de los asalariados estadounidenses o fue todo un astuto truco capitalista?
Me he puesto la armadura resistente a tomates podridos. La experiencia estadounidense es importante porque, guste o no, ha llevado la delantera histórica en materia de feminismo. Además la afamada segunda ola del movimiento tuvo logros sociales importantes en Estados Unidos antes que en Europa u otros países; por ejemplo, la inserción de la mujer en ámbitos universitarios en EE.UU. ha llegado al punto que hoy en día se gradúan más mujeres que hombres con títulos terciarios.
Observemos los hechos.
1. Los patrones han terminado pagando menos por asalariado desde la década de los 1970. Según un estudio reconocido de los ecnomistas Emmanuel Saéz y Thomas Piketty, en EE.UU. entre 1973 y 2006 el salario promedio disminuyó en valor real un 22 por ciento. ¿Es mera coincidencia que este es el período en el ocurrío un aumento constante y sostenido de la proporción de mujeres en la población laboral activa fuera del hogar y asimismo del porcentaje de familias de doble ingreso?
2. Las mujeres siempre trabajaron. Cualquiera que diga que no, jamás ha pasado un día con un bebé o lavando ropa, platos y limpiando la casa. No se les ha pagado directamente por su trabajo. Lo interesante es lo que revelan mediciones del uso del tiempo, un sondeo de la Oficina de Estadísticas Laborales muy respetado. El porcentaje de tiempo dedicado por mujeres a tareas relacionadas con el hogar y los niños no ha disminuido notablemente en las últimas décadas, mientras que el tiempo dedicado a esas cosas por los hombres ha disminuido.
Efectivamente a las mujeres se les han añadido responsabilidades laborales, pero todavía ganan aproximadamente 85 centavos por cada dólar que perciben los hombres en actividades pagas. La segunda ola del feminismo aumentó la competencia por el empleo, ya que, sumadas a los hombres, las mujeres aumentaron el número total de trabajadores disponibles.
¿Qué sucede en el capitalismo cuando la oferta sobrepasa la demanda? Los precios bajan. El “precio” de un trabajador individual disminuyó, dándole una ventaja a la parte patronal.
¿Quién ganó aquí? No la mujere y ni siquiera el hombres promedio.
¿Es concebible que aquellos que manejan los medios y la opinión pública hayan aceptado promover el feminismo de la segunda ola con el pleno conocimiento de que aumentaría la oferta de trabajadores? No puedo probarlo, pero si no es lo que sucedió es una coincidencia extremadamente conveniente para los ricos y poderosos.
Me he puesto la armadura resistente a tomates podridos. La experiencia estadounidense es importante porque, guste o no, ha llevado la delantera histórica en materia de feminismo. Además la afamada segunda ola del movimiento tuvo logros sociales importantes en Estados Unidos antes que en Europa u otros países; por ejemplo, la inserción de la mujer en ámbitos universitarios en EE.UU. ha llegado al punto que hoy en día se gradúan más mujeres que hombres con títulos terciarios.
Observemos los hechos.
1. Los patrones han terminado pagando menos por asalariado desde la década de los 1970. Según un estudio reconocido de los ecnomistas Emmanuel Saéz y Thomas Piketty, en EE.UU. entre 1973 y 2006 el salario promedio disminuyó en valor real un 22 por ciento. ¿Es mera coincidencia que este es el período en el ocurrío un aumento constante y sostenido de la proporción de mujeres en la población laboral activa fuera del hogar y asimismo del porcentaje de familias de doble ingreso?
2. Las mujeres siempre trabajaron. Cualquiera que diga que no, jamás ha pasado un día con un bebé o lavando ropa, platos y limpiando la casa. No se les ha pagado directamente por su trabajo. Lo interesante es lo que revelan mediciones del uso del tiempo, un sondeo de la Oficina de Estadísticas Laborales muy respetado. El porcentaje de tiempo dedicado por mujeres a tareas relacionadas con el hogar y los niños no ha disminuido notablemente en las últimas décadas, mientras que el tiempo dedicado a esas cosas por los hombres ha disminuido.
Efectivamente a las mujeres se les han añadido responsabilidades laborales, pero todavía ganan aproximadamente 85 centavos por cada dólar que perciben los hombres en actividades pagas. La segunda ola del feminismo aumentó la competencia por el empleo, ya que, sumadas a los hombres, las mujeres aumentaron el número total de trabajadores disponibles.
¿Qué sucede en el capitalismo cuando la oferta sobrepasa la demanda? Los precios bajan. El “precio” de un trabajador individual disminuyó, dándole una ventaja a la parte patronal.
¿Quién ganó aquí? No la mujere y ni siquiera el hombres promedio.
¿Es concebible que aquellos que manejan los medios y la opinión pública hayan aceptado promover el feminismo de la segunda ola con el pleno conocimiento de que aumentaría la oferta de trabajadores? No puedo probarlo, pero si no es lo que sucedió es una coincidencia extremadamente conveniente para los ricos y poderosos.
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