martes, 14 de septiembre de 2010

Cómo piensan (pensamos) de nosotros (ustedes)

“México se asemeja a Colombia hace 20 años” decía el curioso titular del Washington Post de hace unos días. Me interesó saber en qué se parecería el terruño ancestral azteca con la patria de Gabriel García Márquez.

Pero, claro, nada que ver.

Se trataba de un discurso que había dado la Secretaria de Estado Hillary Clinton en uno de esos clubes de hombres fofos que lo dominan todo, el Consejo de Relaciones Exteriores, en Nueva York.

Departamento de Estado, Washington,
apodado Foggy Bottom (Fondo de Neblina),
por el pantano sobre el que se erige.
“[México] se está pareciendo más y más a lo que se parecía Colombia hace 20 años,” dijo Clinton, aludiendo a una situación “en la que los narcotraficantes controlaban ciertas partes del país.”


Tal es la perspectiva que se adquiere cuando se trabaja en el Departamento de Estado (léase ministerio de relaciones exteriores). Los países extranjeros se reducen a etiquetas facilongas  (Colombia = cocaína, Afganistán = Taliban, Congo = violaciones).

Efectivamente, Clinton estaba diciendo que México (=sombreros? tequila? Pancho Villa?) se había convertido en Colombia (=cocaína).

Así el mundo se convierte en un suburbio de Estados Unidos, como ese mapa que publicara la revista New Yorker (cliquear aquí), que luego dió pie a miles de imitaciones, como la del Economist (cliquear aquí).

Es una forma estatal del narcisismo geografico que padecemos todos. El centro del mundo está en Corrientes y Esmeralda (Buenos Aires=tango) o Piccadilly Circus (Londres=Disneylandia) y no el pueblo de Sarandí (Uruguay=Suiza), cuyas calles desconozco.

No importa la demografía, los problemas sociales, el arte o la literatura de ningún lugar aparte de lo de uno. Y, de vez en cuando, lo que los funcionarios de la supuesta diplomacia piensan debiera preocuparnos.

En este caso, es el esfuerzo mexicano de copar  la actividad comercial de saciar el apetito norestadounidense para la droga.

¿No le asombra a nadie que, después de un gasto de incontables miles de millones de dólares en la llamada “guerra” a la droga declarada en 1970 por un tal Richard Nixon, las drogas siguen causando estragos en la sociedad de Estados Unidos (especialmente en las comunidades de color y pobreza)?

¿No será que Colombia=cocaína y México=cocaína es precisamente lo que algunos funcionarios desean persista por los siglos de los siglos, siempre y cuando los traficantes sigan comprándose jueces, legisladores o (quién sabe) quizas presidentes?

Claro eso nos llevaría a la etiqueta Clinton=comprada; o vendida o ramera.